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“Los Otros” como metáfora del socialismo pinteño

Miércoles, 27 de Abril de 2011 Tiempo de lectura:

El autor, buen conocedor de los ‘años de rosas y vino’ y del ‘10 en gestión’ del socialismo pinteño en el poder, conoce de primera mano a estos actores a los que define como “un conjunto de fantasmas”, “mediocres de toda condición y pelaje”, “marineros de agua dulce”, etc. Tras augurarles un batacazo en las elecciones municipales del 22 de mayo, el autor tiene la esperanza de que entonces “las cortinas de la mansión se abran y la luz inunde el interior” del PSOE en Pinto y, entonces, comience una nueva era.

Alejandro Amenábar es un director atípico. Y en su cine, más allá de críticas estilísticas o ideológicas, exhibe, con maestría, puntos de vista originales y alejados de lo evidente. En “Los Otros” nos muestra la vida de una madre y sus dos hijos -con la omnipresencia de los sirvientes-, que esperan el regreso del esposo y padre del frente de batalla. Una existencia, aparentemente normal, de clase acomodada, inicialmente anodina.

La narración nos muestra, progresivamente, las obsesiones y estrictas reglas de la madre, y la inquietud poco a poco va creciendo, alimentada por los signos evidentes de presencias extrañas. No temo desvelar un secreto -la película es bien conocida por todos-, si les explico que la trama tiene un giro inesperado cuando, al final, se nos presenta a esta familia normal como un conjunto de fantasmas, que viven en una casa habitada: están muertos, pero no lo saben.

Por el título,  ustedes habrán sospechado que ésta no es una columna de crítica cinematográfica. Aunque, para muchos, que pensamos que una presencia significativa de partidos progresistas es una garantía de contrapeso frente a  los próximos inquilinos de nuestro ayuntamiento, ésta es, sin duda, una película de terror. Déjenme que les cuente la película.

Durante los últimos años del gobierno de Antonio Fernández, el socialismo pínteño fue encerrándose en su formidable mansión, asistidos por una pléyade de asistentes serviciales pagados con el dinero de los pinteños; vivieron una existencia cómoda, con una oposición bisoña, y los ingresos de la burbuja inmobiliaria permitieron la creación de infraestructuras y la oferta de servicios.

Eran los tiempos de la alegría, del “10 en gestión”, tiempos de un despotismo ilustrado  -“todo por el pueblo, pero sin el pueblo”-, que conllevaron el distanciamiento de la realidad y de los ciudadanos: una jaula de oro en la que se sentían felices y seguros. Fueron años de medrar, en los que mediocres de toda condición y pelaje intentaron arrimar el ascua a su sardina. No había límites para la ambición, y pensaron erróneamente, que, porque el viento soplaba de popa, eran experimentados navegantes.

El padre de esta familia se fue al frente -pasando previamente por Cuba y Argentina- y dejó a la madre y sus hijos abandonados a su suerte, sin capacidad de maniobra, y con un partido político atrapado por el clientelismo y la soberbia. Las urnas les desalojaron del gobierno, pero la colaboración impagable de un zombie les devolvió al poder. La moción de censura era un suicidio, pero no lo sabían.

Ya en el poder, han malgastado toda credibilidad, y han intentado exprimir al máximo (en forma de cargos de confianza, elegidos entre lo más granado del grupo) los escasos litros de leche que le quedan a esta vaca. La gestión de la crisis, los tiempos y los equipos les ha devuelto a la realidad y ha dejado en evidencia sus deficiencias de preparación política y técnica. No eran experimentados navegantes, sino marineros de agua dulce. Oyen ruidos de derrota, pero no quieren creerlos. Tienen miedo al futuro, pero miran para otro lado. Están muertos –políticamente- pero no lo saben. 

Siguen como si nada, con las mismas ínfulas y la misma soberbia. Posiblemente, el 22 de mayo las cortinas de la mansión se abran y la luz inunde el interior. Y descubrirán lo que todos sabemos: que los ciudadanos no les quieren y que ni sus propios sirvientes les aman. Intentarán mantenerse en los puestos, pues volver a la realidad es duro cuando se ha vivido en un sueño confortable. No querrán dejar su mansión, ni convertirla en una casa luminosa donde todos sean acogidos. Incluso algunos reclamaran los tiempos felices en que el padre les daba cobijo y afecto. Pero es cuestión de tiempo. Y sólo queda saber si el socialismo pinteño aprenderá la lección o se conformará ser un actor secundario en el gobierno del PP. Mientras tanto, reflexionen sobre una frase de la ‘peli’: “Nunca abra una puerta sin haber cerrado la anterior“. 

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