Los contenidos, la joya de la corona
Dicen que todos los días ochocientos millones de personas se conectan a Facebook y se tuitean ciento cuarenta millones de mensajes. También que se generan miles de comentarios en millones de sitios en Internet. Pero ¿cuánto de todo esto aporta información útil?
Me conecto a Twitter y en la pantalla veo 14 tweets seguidos de un mismo usuario: hace 1 minuto, hace 1 minuto, hace 1 minuto, hace 2 minutos, hace 2 minutos, hace 3 minutos, etc., etc., etc. Mirando los mensajes, algunos creados por el usuario y otros retweets de otros usuarios, veo que en casi todos hay links a otros contenidos. Y entonces me pregunto si es que ha leído lo que recomienda a sus seguidores o simplemente tiene la necesidad de enviar tres mensajes por minuto a toda hora del día. Eso por no hablar de los tweets del tipo “he visto el cielo despejado y me puse contento”, “estoy paseando a mi perro”, etc.
Parece como si para algunos, la actividad frenética en las redes sociales fuese un fin en sí mismo, al margen de los contenidos. Hay que estar primero en el timeline, ese es el objetivo. Pero tanta estéril actividad es directamente proporcional al desinterés de los contenidos generados.
No sé si el tiempo es oro o pertenece a otra dimensión, pero es indudable que el tiempo es limitado, por eso debemos ser cada vez más exigentes con nuestros contactos. Necesitamos evitar la contaminación con mensajes poco relevantes. Ciertamente, las redes sociales y las herramientas 2.0 pueden convertirse en algo realmente útil, una fuente de información muy valiosa, la clave está en seleccionar bien nuestras fuentes de información. Por ello tenemos que pulir constantemente la lista de contactos para obtener sólo aquello que realmente nos interesa.
Txema Muñoz | Miércoles, 28 de Marzo de 2012 a las 01:53:18 horas
El mundo cibernético tiende a abolir la reflexión. Los pensamientos aforísticos y fragmentados no terminan de construir un discurso coherente y completo. Si las personas son islas ahora también los razonamientos de atomizan y dividen incesantemente en un océano de información de caóticas corrientes que fluyen en todas direcciones.
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