Masterclass sobre la metáfora
Después de las grandes resacas electorales que llevamos padeciendo meses (no salimos de una cuando ya entramos en otra), y en estos días de verano que invitan al descanso para muchos de nosotros (todo mi ánimo para los que les toca trabajar en agosto y con estas temperaturas), me ha apetecido escribir sobre algo que puede generar diferencias. Intentaré que no me censuren. Ya solo el hecho de pensar que lo pueden hacer, me produce una metamorfosis en mi bilis y un irremediable instinto de defecación bucal. ¡Cuidadín con los nuevos Torquemadas, Espinosos o De Arce y Reinoso!
Yo me voy a arriesgar. Sé que es un tema incómodo, que crea distintas opiniones, debates y alguna que otra controversia; pero mi libertad de expresión (siempre desde el respeto) y mis gustos, priman por encima de inteligencias fracasadas y herméticas.
Lo analizaré y describiré siempre con educación. Si en algún momento notáis que la balanza se inclina más hacia un lado que hacia el otro (algo normal a la hora de tomar una decisión), espero obtener un trato correcto, que me hagáis todas las alegaciones que creáis conveniente, pero siempre desde unas bases sólidas y fundamentadas y, sobre todo, nada de críticas desde la sinrazón.
Vamos a seguir fomentando la empatía, el respeto, la educación para dejar fuera el odio, los insultos y la deshumanización, que empieza a asomar las narices por esta sociedad. Cada persona tiene sus ideas, gustos y creencias. En eso estamos de acuerdo ¿no? Ni lo mío es lo mejor, ni lo tuyo lo peor. Tan fácil como escuchar, dejar hablar y después opinar desde el diálogo.
Os estaréis preguntado que por qué no voy al grano. Y tenéis razón. Estoy dando rodeos para poneros en situación. Intentaré no traspasar la piel tan fina que se está generando en muchas personas.
![[Img #36223]](https://zigzagdigital.com/upload/images/08_2023/7147_cita-gloria-galan.jpg)
¡Señoras, señores!, ¡Yo soy mucho más de Rioja que de Ribera de Duero! Ale, ya lo he soltado. En mi caso, viene de familia. Ya mis antepasados eran fieles a él y me alegra comprobar que, si no me tuerzo por el camino, yo voy a seguir con la tradición.
Mi paladar está hecho a su sabor y mi olfato a su bouquet. Cada vez que tengo ocasión lo defiendo y ensalzo. Siempre con respeto. Me gusta explicar los motivos por los que me gusta más el Rioja. No intento convencer a nadie; solo doy mis argumentos de por qué le prefiero y luego cada persona es libre para probarlo o no.
En ningún momento me veréis discutir con alguien que beba Ribera de Duero. Con educación, escucharé su discurso sobre las propiedades de ese caldo (si es que quiere hacerlo) y la intención es llegar a brindar, ambos dos, con nuestros distintos vinos, en una copa Afnor. Lo importante es que tanto unos como otros podamos disfrutar del momento etnológico.
Bueno, de vez en cuando tengo que soportar algún topicazo. Si voy con un amigo a tomarnos un vinito y lo pedimos así: “Por favor, tráiganos un Rioja y un Ribera”, el 99,9% de las veces, el camarero me coloca el Ribera delante de mis narices. ¿Por qué?, me he cuestionado muchas veces. Hasta que un día la curiosidad me pudo y lo pregunté de forma directa. La respuesta me descolocó aún más: “Normalmente a las mujeres les gusta más el Ribera porque no tiene ese sabor tan fuerte que tiene el Rioja, es como más suave”… ¡Oye, que el camarero me hizo dudar de mi identidad sexual!
¡Ay, ay! No tenemos que ser tan radicales. Es verdad que se me saltan las lágrimas cuando degusto un Marqués de Murrieta, o de Riscal, o un Remelluri, o un Ramón Bilbao… pero si en alguna ocasión alguien me ve con un Protos en la mano, espero que no me llamen chaquetera, desertora y/o demás improperios. Sé reconocer los buenos caldos que hacen las demás bodegas, por muy de Rioja que sea. ¡Ya me gustaría poder tener el lujo de probar un Doble Mágnum o un Único!
Ante todo y para todo en esta vida: educación, empatía y respeto.
NOTA ACLARATORIA
Este artículo no es, ni mucho menos, una apología al consumo de alcohol. Sigo confiando en vuestra inteligencia divina. Mis recursos literarios, más humorísticos que nunca, difícilmente llegarán a ser entendidos por aquellos que practican la Ignorancia Supina. Estos, mejor que no beban vino. Serán capaces de abrir un Gran Reserva para hacerse un Kalimotxo… ¡¡Y encima les pondrán una rodaja de limón!!


















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