Un tercio de los agresores sexuales de niños y adolescentes son menores de edad
Las recientes noticias sobre las agresiones sexuales de menores son inquietantes. Cómo unos niños pueden agredir deseando la dominación, la humillación de otro niño o niña e incluso presumir de tal comportamiento compartiendo su grabación. Cuando nos preguntamos por las razones de estos acontecimientos la primera causa parece ser el temprano acceso a la pornografía y la consecuente cosificación de las mujeres. Sin embargo, para entender este fenómeno hay que atender a otros dos aspectos: el modo utilitarista en el que nuestra sociedad entiende las relaciones con otras personas y el alarmantemente bajo nivel de empatía. Estos dos aspectos están en la base de las agresiones entre los más pequeños.
Una sociedad igualitaria necesita a niños y niñas educados afectivamente. La educación afectiva implica adquirir empatía pues es difícil entender al otro como igual si no soy capaz de ponerme en sus zapatos. La empatía reduce drásticamente la posibilidad de que se produzca cualquier tipo de violencia.
Nuestra sociedad es muy poco empática y nuestros jóvenes nos lo muestran, el comportamiento de los más jóvenes es el espejo de nuestra sociedad, en lugar de pensar que son ellos los que están mal deberíamos empezar a pensar que nosotros debemos esforzarnos en comportarnos de otro modo si queremos dar una oportunidad a los más jóvenes de ser diferentes.
Las personas con poca empatía, no representan a un adolescente, y no debe aceptarse como un comportamiento normal en un niño o un joven:
- Establecer relaciones complejas e inestables.
- Ubicar todas las obligaciones en el otro y atribuirse gran cantidad de derechos.
- Actitudes soberbias y poco humildes.
- Confundir la sinceridad con la falta de filtro afectivo.
- Incapacidad para comprender otro punto de vista y hacer sentir culpable al otro de lo que seguramente ni siquiera dijo.
- No preguntarse si está equivocado.
- Sumergirse en uno mismos y no tener percepción de todas las personas a mi alrededor.
- Ocasionar sufrimiento a una persona y ser indiferente.
- Ver todo desde tu punto de vista, lo importante es lo que yo quiero, mis objetivos y mis derechos.
- No percibir ni atender a las necesidades de los demás.
Este modo de comportamiento no es propio de la adolescencia sino de una persona sin empatía. Estos comportamientos deben corregirse y educarse, para que el riesgo de cualquier tipo de abuso o agresión disminuya entre los más jóvenes.

















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