Los errores en política se pagan
El equipo de gobierno de Pinto en general ha cumplido más bien que mal los tres primeros años de esta legislatura. Como ha dicho el candidato de Unidas Pinto, "sin fuegos artificiales ni descorchando champan" -vaya, sin demasiados éxitos, pero tampoco fracasos-. Han aplicado una política transparente, con buen trabajo por parte de los concejales -unos con más visibilidad, otros con menos-. En definitiva, una legislatura tranquila, en la que se han aprobado presupuestos, se ha hecho casi todo bien en las fiestas, se ha conseguido sumar votantes, pero, de repente, un par de malas decisiones pueden hacer que se escape a chorros lo ganado en tres años de gobierno.
En los Ayuntamientos, la instancia democrática más cercana a los vecinos, votamos a personas que conocemos porque pensamos que son los que mejor "nos van barrer el pueblo", los que van a procurar mejorar la calidad de vida de los vecinos, van a administrar mejor el presupuesto municipal, los que se van a ocupar de que nadie quede marginado socialmente, los que cuidan el medio ambiente, los que exigen a las instancias superiores que mejore nuestra sanidad, nuestros colegios e institutos, los que gestionan nuestros polígonos industriales buscando nuevas empresas que creen empleo.... Los que gobiernen para todos, les hayan votado o no. Los que resuelven problemas colectivos o individuales, no los que los crean.
El equipo de gobierno actual de Pinto formado por PSOE, Unidas Pinto y PODEMOS, está perdiendo, unos a chorros y otros gota a gota, lo ganado en esta legislatura, al margen de lo que pudieran perder o ganar las siglas por la gestión del gobierno de España.
Siempre será el alcalde el último responsable de la gestión y si esta es reconocida como buena será un excelente aval para pedirles a los votantes que renueven su confianza y, como ha ocurrido históricamente, puede incluso ganar votos en los calderos de sus socios de gobierno. Pero si aparecen fallos en la gestión, sobre todo al finalizar la legislatura, el alcalde y su partido tiene todas las papeletas para perder votos. Pueden arreglar calles, dejar el pueblo como una patena, pintar fuentes en los meses anteriores a las elecciones... pero como los ciudadanos entiendan que han cometido algún error o engaño que perjudique a colectivos amplios del pueblo, ya pueden mandar a secretarios, interventores o a toda la burocracia del ayuntamiento a justificarlo legalmente, que el voto lo han perdido.
Los vecinos eligen a los políticos para que tomen decisiones políticas que sean beneficiosas para mejorar la calidad de vida y las relaciones entre vecinos y de estos con su ayuntamiento. Y ha habido dos casos que han abierto un escape de votos y que los políticos que gobiernan no han sabido o no han querido taponar, tal vez sin calcular sus consecuencias.
El primer caso fue no querer hacer encierros en las fiestas. En Pinto están documentados los encierros desde hace más de doscientos años. Hubo una recogida de firmas, todas legales y documentadas, de casi cinco mil vecinos que pedían que se hicieran. Y aunque el alcalde había prometido que iban a hacerse, al final no se hicieron. Recuerdo que en Pinto el censo de votantes es de unos 30.000 vecinos.
El segundo caso es el del Pliego para adjudicar la Escuela Municipal de Danza de Pinto, tras llevar tres meses de clase, lo que junto a errores reconocidos en el Pliego han creado un clima nada positivo para el equipo de gobierno, pero sobre todo para el alcalde, que en una asamblea con usuarios se limitó a hacer promesas de difícil cumplimiento, en vez de haber tomado la decisión política de suspender la adjudicación hasta la finalización del curso. Este caso tiene más matices, pues los funcionarios de alto rango como secretario e interventora, en vez de allanar el camino para evitar el conflicto y porque hay argumentos legales, han puesto piedras que entorpecen la gestión y sobre todo perjudican a los usuarios de ese servicio.
Pero "esa ronda" la va a pagar el alcalde y también sus socios de gobierno que no estuvieron al tanto de la convocatoria del nuevo pliego y de las consecuencias que iba a tener convocarlo en pleno curso.
Con estos errores, el equipo de gobierno ya habrá visto frotarse las manos a sus adversarios políticos. Si hacen un esfuerzo de valentía, tal vez puedan evitar que se haga más grande la fuga.
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