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Más de 70 años entre las paredes del convento de Pinto: fallece la Madre María Visitación

Graciela Díaz Cuervo Martes, 17 de Mayo de 2022 Tiempo de lectura:
La Madre María Visitación en su entrevista con Luis Roldán en 2017 | David Polo SánchezLa Madre María Visitación en su entrevista con Luis Roldán en 2017 | David Polo Sánchez

La monja ocupaba el cargo de Madre Superiora desde 2005. Llegó a Pinto a los 23 años y ha fallecido en el hospital de Getafe a los 96 años de edad.

Tras una vida dedicada a la oración en el convento de las Capuchinas de Pinto, la Madre María Visitación (Villadiego de Cea, 1926) falleció el pasado 15 de mayo en el hospital de Getafe a los 96 años de edad. Nació en el seno de una familia de labradores de León y decidió venirse a Pinto a los 23 años, acompañada por su madre y su tío, quien era fraile capuchino. Entró como postulante en el convento, donde profesó como clarisa al tomar los votos solemnes en 1954. 

 

En aquel entonces, el convento de Pinto lo componían unas 20 monjas. Hoy, a la muerte de María Visitación, son 6 —ninguna de ellas española— las que habitan el lugar. “Hubo un momento, antes de que la orden trasladara aquí a varias al cerrarse el convento de Cifuentes en 2018, en el que llegaron a ser 3”, explica a ZIGZAG Luis Roldán, coautor del libro “El convento de las monjas capuchinas de Pinto, 500 años de clausura”. 

 

Ante las pocas monjas que se encontraban en el convento pinteño, la orden mostró su voluntad de cerrarlo para seguir reagrupando a las hermanas. María Visitación se opuso a esta decisión. “Ella quería morir aquí en Pinto”, asegura Roldán, satisfecho con que finalmente haya podido ser enterrada en el convento del que, desde que entrase por la puerta en agosto de 1949, solo ha salido en contadas ocasiones.

 

En el municipio de Pinto, a excepción de los 4 años de estancia en Bolivia que tuvo que cumplir “por labor pastoral”, ha pasado los últimos 73 años de su vida. Una vida austera, de acuerdo con las reglas propias de la orden contemplativa y mendicante de las capuchinas, en la que poco a poco fue asumiendo cada vez más responsabilidades de coordinación y liderazgo. 

 

Una orden que ha abandonado la rigidez de la clausura

 

Sus más de siete décadas en Pinto le sirvieron para ver los cambios en una orden religiosa que ha pasado de no mostrar su rostro a nadie que no fuesen sus hermanas, a salir a la calle a hacer recados o a recoger algún tipo de donativo. “Ya no son tan rígidas. Han vivido un cambio paulatino para adaptarse a los tiempos”, comenta el autor del libro, quien tuvo la suerte de compartir mucho tiempo con la Madre María Visitación, a la que describe como "una persona muy abierta” e interesada por saber quiénes eran el alcalde y los concejales del municipio. 

 

Roldán, encargado también de la gestión del pequeño portal que las capuchinas de Pinto tienen en Internet, se comunica ya a día de hoy con una de ellas por medio de Whatsapp y del correo electrónico. El pinteño ha pasado en estos años de ser un niño que solo podía hablar con las monjas a través de un torno ahora en desuso, o con el rostro tapado por el hábito “cuando iba a recoger el balón que había caído en el jardín del convento”, a llevarle una tarta a María Visitación para celebrar con ella su último cumpleaños. 

 

Soplar esas velas y recibir el libro del convento que tiene a sus manos como portada son de las cosas que más ilusión le han hecho a la Madre Superiora en los últimos años —en 2008 recibió también “con mucha alegría” su nombramiento como Mujer Pinteña del año por la Casa de Castilla y León—. “Se llegó a arrodillar para agradecernos a Pepa y a mí nuestro trabajo”, explica emocionado Roldán, quien a día de hoy sigue visitando y descubriendo secretos del convento en el proceso de construcción de una maqueta a escala. 

 

[Img #32639]

 

Aunque no se pueda asegurar que María Visitación haya sido la monja que más años ha pasado entre las paredes del convento de las Capuchinas —faltan datos de entradas, salidas y fallecimientos en el libro de registro—, lo que es innegable es que su nombre estará siempre vinculado a la historia de Pinto como una de las religiosas más importantes de la localidad desde que llegasen a ella en 1639.

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