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No a la guerra, sí a la OTAN

Martes, 08 de Marzo de 2022 Tiempo de lectura:

Una guerra de agresión en Europa parecía imposible hasta el impacto de los primeros misiles rusos en Ucrania la madrugada del 24 de febrero. Por primera vez en ocho décadas un Estado invade otro en nuestro continente poniendo patas arriba la legalidad internacional surgida de la II Guerra Mundial. Al igual que Hitler exigió para Alemania un “espacio de seguridad vital” y se comió a Austria, Checoslovaquia y Polonia, iniciando la guerra, Putin ha resucitado el mismo argumento para invadir Ucrania, después de haberse anexionado Crimea y las regiones del Donbás. Incluso ha amenazado con intervenir militarmente en Suecia y Finlandia si alguno de estos dos países, miembros de la UE, piden la entrada en la OTAN. Y llevando la amenaza al límite de la locura, ha anunciado que pondría en alerta su enorme arsenal nuclear.

 

El propósito de Putin no solo es impedir por la fuerza de las armas que el pueblo de Ucrania decida su propio camino. Es también y principalmente la forma elegida por un autócrata para desafiar a las democracias liberales, su real y mayor adversario. Porque los nuevos dictadores del siglo XXI saben que el futuro del mundo no puede ser Rusia o China o tantos otros que se miran en ese espejo. El futuro del mundo es, con todas las imperfecciones, lo que representa el modelo social europeo.

 

“Rusia ha puesto fin a la paz en Europa (…) Putin ha cometido un error estratégico por el que pagará mucho tiempo”, ha señalado el secretario general de la OTAN, Jen Stoltenberg. Y lo cierto es que, asustados por la gravedad extrema del reto del sátrapa ruso, los aliados han reaccionado con sanciones económicas sin parangón que inducen a la quiebra del estado ruso, aunque también golpean a la propia economía de nuestros países. Una pérdida que tenemos que asumir por un bien mayor como es la defensa de nuestros valores democráticos y de convivencia. 

 

Junto con las sanciones económicas, los 30 aliados de la OTAN han dado un paso sin precedentes al activar sus fuerzas de despliegue rápido. Es la primera vez que lo hace en el contexto de su defensa colectiva. En consecuencia, “miles” de soldados llegarán “en los próximos días” a “diferentes localizaciones” del Este de Europa, anunció Stoltenberg.

 

La gravedad de la agresión —que trasciende con mucho a la propia Ucrania— requiere que Occidente demuestre cohesión, unidad y determinación. No caben por tanto equidistancias ni inhibiciones como esas proclamas de grupos minoritarios que se han manifestado en nuestro país pidiendo paz al mismo tiempo que exigían la disolución de la OTAN. Extraño oxímoron este que dice querer la paz suprimiendo a la única organización capaz de ofrecerla.

 

Las democracias no se defienden solas. Todos los que creemos en ella, por más imperfecta que sea, tenemos que contrarrestar las falacias que intentan destruirla y contar su verdadera historia y sus éxitos. La lucha y el debate político hoy no son entre izquierda y derecha. Es entre libertad y tiranía. De todos es menester defender lo primero para no caer en lo segundo.

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