Carlos Leis, operario de mantenimiento del Hospital Universitario Infanta Elena, lleva creando belenes costumbristas toda la vida. Este año, le ha tocado el turno al Madrid más castizo: el Templo de Debod y el Arco de Cuchilleros.
Carlos Leis, vecino de Valdemoro y operario de mantenimiento del Hospital Universitario Infanta Elena, lleva casi una década animando las fiestas de trabajadores y pacientes con un belén que se expone en la recepción del centro sanitario. Este año, inspirado en el Madrid más costumbrista, el montaje de Carlos invita a los asistentes a imaginar cómo habría sido el nacimiento en el Templo de Debod o en el Arco de Cuchilleros.
Pese a que el artista tenía tres belenes preparados para estas fiestas, solo dos han visto la luz, el tercero se ha quedado en la recámara: “Tenía preparados tres, pero como esta es la planta de la vacunación también, no había espacio suficiente”, explica. Todos los edificios —el templo de Debod y las emblemáticas construcciones que rodean la plaza Mayor— las ha construido Carlos con poliespán, yeso, escayola y pintura de pigmentos. Las figuras son de la escultora catalana Montserrat Ribes, y entre ellas, se pueden encontrar tanto personajes del Madrid más castizo como un grupo de sanitarios a los que el misterio rinde un particular homenaje.
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Toda la vida creando belenes
Merece la pena pararse unos instantes entre la sala de espera de admisión y la cafetería del centro para contemplar el laborioso trabajo de Carlos, que lleva poniendo a punto el nacimiento desde el 10 de abril. Y es que el valdemoreño está prácticamente todo el año haciendo belenes: “Todo el día está mi familia con el belén en casa”, ríe Carlos. “Vas poco a poco haciéndolo. Un día le dedicas dos horas, otro un poquito más”, explica a ZIGZAG.
Lo de crear misterios le viene a Carlos de lejos, de “tradición familiar”, como él dice. Y cada año, innova el nacimiento y lo ambienta en un lugar distinto atendiendo a diferentes temáticas, aunque sus predilectas son las de tono costumbrista. Los belenes de años anteriores se conservan en el propio hospital: la sala de rehabilitación tiene la suerte de custodiar tres de los nacimientos favoritos de Carlos, y en uno de ellos, sale una figura que representa al propio artista.
Pero después de tantas calles levantadas con sus manos, ¿cuál es su belén más especial? Carlos lo tiene claro: “Es el que no se ha podido exponer este año. Se llama ‘La barca de mamá’ porque lo hice a partir de una barquita que tenía mi madre en una vitrina”, cuenta.
Al asomarse a cualquiera de sus belenes, deslumbran las altas dosis de realismo: los adoquines de las calzadas, las puertas que parecen de madera, los comercios madrileños con sus icónicos letreros, los sillares de Debod y el agua del estanque. Y por si esto no fuera suficiente para conseguir que el visitante se adentre en estas escenas, Carlos ha programado luces para iluminar la calle como si fuese de día o de noche, incluida una luna gigante que se contempla desde Debod.
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No es de extrañar que Carlos reúna energías en plena primavera para empezar a diseñar los misterios que se expondrán a finales de año, y es que todo el personal del hospital está encantado con las creaciones del valdemoreño. “Lo primero que me dicen es que soy un friki. Y después, que les gusta mucho. Aunque lo principal es que me guste a mí”, bromea el artista, a punto de comenzar sus tres meses de descanso de creación belenes.
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