
Sofía Benítez, vecina de la calle Colombia, lleva 30 años montando su tradicional nacimiento con sus propias manos: "Las zanahorias que compré me parecieron tan caras que dije, olvídate, hazlo todo en casa".
Son las 12:30 horas de un martes 21 de diciembre y Sofía Benítez acaba de llegar a casa de trabajar. La vecina de Pinto se apresura a encender las luces de su belén y enseñarlo, orgullosa de su trabajo a lo largo de casi 30 años, pero temerosa de que aquellos ajenos a lo que ha costado hacer cada pequeña pieza puedan considerar que “no vale nada”.
En el nacimiento de esta casa de la calle Colombia de Pinto cabe todo: cajas de cartón, envases, figuritas del roscón, tapones, hojas de palmera secas… “Tengo hasta un Playmobil de uno de mis nietos, que le hacía ilusión que estuviera ahí”, explica Sofía, a quien le encantan las manualidades.
No solo su belén, en el que lo único comprado son las figuras, es una prueba de ello. Su piso está lleno de botellas decoradas con medias rotas o abalorios, y las paredes están repletas de dibujos hechos por sus seis nietos. “Siempre me dicen que la Navidad es mi casa”, comenta la pinteña, a la que estas alentadoras palabras le sirvieron para seguir poniendo su nacimiento hasta en años complicados, como el de su separación, o tras la muerte de su padre.
Una Navidad con aguinaldo y villancicos
Sofía Benítez es una enamorada de la Navidad. “Pero de la tradicional”, puntualiza. A su casa no viene Papá Noel; sus nietos reciben el aguinaldo por cantar unos villancicos en estas fechas, como hizo ella el pasado lunes por las calles de Madrid con sus amigas. “Nos hacemos llamar las chicas de oro y nos gusta seguir con esta tradición todos los años, aunque el pasado no pudimos por el coronavirus”, explica.
Es en el puente de la Constitución cuando decide sacar todo del trastero y decorar su casa con los portales —además del que se encuentra en el belén artesanal, tiene otros tres más distribuidos por la casa— y las decoraciones navideñas, labor a la que dedica unos dos días.
De año en año va cambiando alguna cosa, bien porque se rompe, bien porque decide incluir algo o modificar lo que ya está. “Las zonas que más me gustan son las del pueblito de casas marrones y el huerto”, señala, haciendo indicaciones con el dedo y volviendo a recalcar que todas las verduras están hechas con masilla. “Lo único comprado son las zanahorias que me parecieron tan caras que dije, olvídate de invertir más, hazlo todo en casa”.
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