El apestoso silencio de los alcaldes del sur de Madrid
Nunca antes el sur de Madrid se había enfrentado a un problema semejante. La Agencia Espacial Europea ha publicado un informe en el que demuestra cómo el vertedero de Pinto -donde tiran su basura los vecinos de 71 municipios, entre ellos los de Ciempozuelos y San Martín de la Vega- es uno de los que más gases contaminantes emite de todo el continente. Los datos analizados entre el 20 de agosto y el 13 de octubre de 2021 muestran que el vertedero ha llegado a expulsar hasta 8.800 kilos de metano por hora, la mayor cantidad nunca observada por sus satélites de medición.
A través de las imágenes se puede comprobar que la nube de gas de efecto invernadero se desplaza directamente hacia las residencias cercanas. El metano no solo es 23 veces mayor por kilogramo que el CO2, sino que conlleva un alto riesgo de incendio y explosión al ser además muy permeable al terreno. Su alta presencia en el vertedero de Pinto se debe exclusivamente a un mal sistema de sellado y aprovechamiento del biogás, una denuncia recurrente por parte de las asociaciones ecologistas en los 35 años de vida del complejo.
Pero si hay algo más apestoso que el hedor que proviene del vertedero es la tibia respuesta de los alcaldes de los principales municipios afectados por esta catástrofe medioambiental. Los gobiernos de Getafe, Valdemoro, Pinto, Ciempozuelos y San Martín de la Vega -todos de signo socialista, salvo el de Valdemoro donde gobierna Ciudadanos- no solo no han criticado públicamente la situación, sino que ni tan siquiera han pedido a las administraciones superiores que corroboren los datos expuestos por la Agencia Espacial Europea.
Un silencio que responde a una vergonzante sumisión hacia su partido, el PSOE, por estar al frente de la Mancomunidad de Municipios del Sur, principal responsable de la gestión del vertedero. En el caso del regidor de Valdemoro, Sergio Parra, su actitud solo puede entenderse dentro de la deriva general de Ciudadanos, que únicamente está pendiente de elegir el movimiento adecuado para evitar su desaparición. Ante todo esto, solo cabe preguntarse de qué sirve un alcalde que antepone los intereses de su partido a la salud de sus propios vecinos.
La población, por suerte, han vuelto a tomar la iniciativa y están exigiendo lo que sus respectivos ayuntamientos deberían haber reclamado en todos los frentes posibles: la paralización del proyecto de ampliación del vertedero y su cierre inmediato. Cuando lo consigan, que lo conseguirán, los mismos políticos que permanecieron en silencio querrán colgarse medallas. Y será entonces cuando habrá que recordar que aquellos que prometieron proteger a su pueblo se escondieron cuando sus vecinos más los necesitaban.

















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