Atropellan a una mujer en el mismo paso de cebra de Valdemoro en el que falleció un joven en abril

Eran las 09:30 horas del viernes pasado cuando Nuria tomó la decisión de cruzar por uno de los pasos de cebra de la avenida Mar Egeo en Valdemoro, algo que siempre evita. Tras mirar a ambos lados y comprobar que a 20 metros le habían cedido el paso a un peatón, decidió cruzar. “Fue todo muy rápido. Quise reaccionar y no podía, porque si iba hacia delante me atropellaba la furgoneta y si retrocedía lo hacía el BMW, que es lo que acabó pasando”, explica a ZIGZAG, tratando aún de asimilar lo ocurrido. 

La vecina de Valdemoro fue trasladada al hospital en ambulancia. “Yo estaba muy dolorida, sin poder mirar hacia arriba. Estaba sangrando y tuve un golpe muy duro”, comenta. El parte médico reveló un hematoma importante en la cabeza y otro en la cadera derecha —zona que impactó con el vehículo—, varias quemaduras y heridas por todo el cuerpo, un derrame en el ojo izquierdo y una herida en el pie derecho, que la ha obligado a no apoyarlo y moverse con muletas. 

Nuria lleva seis años viviendo en el municipio y cada vez le da más miedo pasar por los cruces. “No respetan el control de velocidad. El conductor que me atropelló tenía que ir a 40 o 50 kilómetros por hora, por lo menos”, afirma la afectada. 

El mismo paso de cebra en el que murió atropellado un joven

Este cruce de la avenida Mar Egeo en el que, el pasado viernes atropellaron a Nuria, es el mismo en el que murió un joven de 16 años en abril tras sufrir una parada cardiorrespiratoria al ser arrollado por un vehículo. La situación fue similar, pues el fallecido se decidió a pasar en patinete cuando vio que uno de los coches paraba en un paso de cebra anterior. 

Los vecinos, a través de la Asociación de Consumidores y Usuarios de Valdemoro (ACUSVAL), piden tras ambos sucesos que se intensifique la iluminación en la zona y que se tomen medidas como la instalación de un semáforo con cámara, o el refuerzo de la señalización con agentes que se encarguen de controlar el tráfico. 

Nuria, aunque agradece el apoyo y movilización, cree que la raíz del problema no está en la falta de visibilidad o de iluminación. De acuerdo con sus palabras, lo peor del asunto es la actuación al volante de los propios conductores. “Yo he pasado por ahí y no hay ninguna dificultad. Lo que pasa es que hay que ir a la velocidad adecuada, cerciorándose bien y sin distracciones”, sentencia. 

Secuelas y más dificultades para encontrar empleo

La afectada está segura de que le quedarán secuelas del atropello. El traumatólogo le ha pedido que esté una semana con el pie en alto, moviéndose lo menos posible con las muletas. A esto se suma el hecho de que le es imposible conciliar el sueño, porque ponga del lado que se ponga, siempre le duele algo. 

Estas dolencias no solo han dificultado enormemente sus trámites en los juzgados —quiere poner una denuncia al conductor que la atropelló, quien, según ella, iba mirando el móvil y ni siquiera la ayudó o le pidió perdón cuando la vió tendida en el suelo—, sino también su situación laboral. Nuria se encuentra ahora mismo desempleada. El último contrato lo firmó en diciembre y, de acuerdo con sus propias palabras, estos dolores no hacen más que complicar una futura reinserción “ya difícil con una edad” en el mundo laboral.