Con ganas de más
Ciempozuelos se despierta oliendo a calles recién asfaltadas y a euforia contenida después de unas “no fiestas”.
Lo siento por los que participan y animan en los pasacalles de las carrozas, por los que preparan y disfrutan de los guisos en el multitudinario concurso del sábado, o por los que han tenido que correr el encierro con toros imaginarios en un recorrido sin vallas.
Este año, por medidas sanitarias, no se han podido organizar esas actividades; aunque agradezco que se haya invertido esta partida del presupuesto en cubrir los baches heredados de varios años, algunos convertidos en socavones por la histórica nevada de enero.
Unos se quedaron con ganas de más y otros con ganas de menos. Está claro que nada es perfecto y hay tantas miradas como colores tiene el muestrario de un pintor. El miedo a contaminarse de covid-19 paraliza a los pies en casa. Sin embargo, las vísceras claman por aventuras, por un pincho en la feria, por unas gambas a la plancha y una cerveza fresquita bien tirada. Entonces mandan las neuronas que tenemos en el intestino, y salimos a la calle, porque nuestro corazón añora esas fiestas multitudinarias, excesivas y excitantes que el cerebro se encarga de recordarnos.
He echado de menos el espectáculo de fuegos artificiales… y después, los codazos en la plaza por estar cerca del escenario, pero sobre todo a ese público fiel a los artistas, saltando y cantando al son de su música. Nada que ver con levantar los brazos y menear la cadera pegada a una silla plegable que amenaza con romperse. Cuando terminaba el espectáculo, era obligado correr los toros de fuego. Las chispas de los petardos y cohetes elevan el nivel de adrenalina a los valientes, mientras les envuelve una humareda mítica. ¿Volveremos a vivirlo? Quizá no. Dicen que hay que aceptar los cambios, y que tenemos que acostumbrarnos a la nueva normalidad. No es lo mismo, pero estar sentados es mejor que no tener conciertos en vivo.
Cuando me sentía incómoda o algo me preocupaba, mi madre me decía: dímelo andando. Lo que traducido a la disciplina mindfulness sería: Concéntrate en el Aquí y el Ahora. Y es que no vale la pena darle más vueltas a lo que pasó, por qué o dónde te duele. Keep going. La vida sigue.
En esta temporada tan dura en que la muerte merodea nuestra casa, se sienta en el sofá como una visita incómoda y nos impregna de infinito desasosiego, es fácil perder el norte y no querer salir del pozo. Hemos tenido que despedirnos de familiares y amigos, de miles de desconocidos a los que decimos adiós con el mismo cariño que a nuestros seres queridos.
Sin embargo, habrá quien entienda el mensaje como Punset: “Hay vida antes de la muerte”, y no se deje amedrentar. Porque una cosa es vivir paralizado por el miedo y otra caminar con paso cauto y precavido. Mientras esta señora de gesto adusto nos mira de reojo como un espía en la guerra fría, algunos se atreven a soñar con futuros favorables, con nuevos proyectos cargados de ilusión. Gracias a todos los que tiran de mulas y carretas en tiempos desapacibles. Son un ejemplo para el resto. Negocios que revitalizan un pueblo contenido, pero deseoso de disfrutar.
Muchos de nosotros pudimos acompañar a la patrona en la tradicional procesión y rezar en los templos. Fue más especial éste año por el aniversario de su coronación, en la que pudimos escuchar al coro de Voces para la Convivencia, entrelazado con la narración de la leyenda de la virgen. Un evento que tuvo su efecto, porque desde el lunes estuvo lloviendo, como antaño. Otros fuimos a la feria, o a los múltiples y variados conciertos, siempre bajo la atenta mirada de las autoridades que controlaban el aforo.
Aún tendremos que esperar dos semanas más para valorar si sube la incidencia de contagio. Después de meses de restricciones y confinamientos en casa o en la localidad, seguro que compensa la balanza con las risas de niños y ancianos, de pandillas en concierto reunidas en hileras de sillas plegables, de familias y amigos en torno a las mesas de muchos bares y restaurantes que ofrecían sus menús con la efervescencia de un verano que termina.
Adelante, levántate y anda. Con precaución, con mascarilla, pero no dejes de caminar. Seamos positivos y brindemos por la vida que continúa.
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