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Se llama Alicia y puede ser la primera astronauta de carne y hueso de Valdemoro

Celia Márquez Coello Jueves, 22 de Julio de 2021 Tiempo de lectura:

La astrofísica Alicia Rouco Escorial está hoy un poco más cerca de llegar al espacio tras haber solicitado formar parte de la ESA (Agencia Espacial Europea). De conseguirlo, se convertiría en la primera astronauta "de carne y hueso" del municipio, que ya cuenta con una emblemática estatua en honor a esta profesión.

Alicia Rouco Escorial siempre quiso ser astronauta. Hoy es investigadora en la Universidad de Northwestern de Chicago, astrofísica y doctora especializada en la colisión de estrellas de neutrones. Nació en Madrid en 1985 aunque desde pequeña ha vivido en Valdemoro. A pesar de haber desarrollado toda su carrera académica en el extranjero –primero en Amsterdam, Holanda, y después en EEUU, donde reside actualmente– durante toda su vida ha mantenido un fuerte vínculo con su pueblo, donde continúa viviendo su familia, amigos y compañeras de baloncesto. 

 

Allí, en su Valdemoro natal, se alza desde el año 2001 'El Astronauta', una escultura que el exalcalde Francisco Granados, hoy condenado por la Púnica, encargó al escultor gallego Francisco Leiro a comienzos del boom inmobiliario de la ciudad. De acero inoxidable y una altura de cuatro metros, la figura pretendía ser un símbolo de progreso y modernidad. Ahora, Rouco Escorial podría convertirse en la primera astronauta de carne y hueso del municipio, tras haber aplicado al las pruebas de la ESA (Agencia Espacial Europea) para nuevos miembros. Se trata de la primera vez que esta institución convoca plazas en más de una década.  

 

Desde su domicilio en Estados Unidos, la investigadora nos habla sobre las luces y sombras de la investigación dentro y fuera de España, así como sobre la importancia de contar con referentes mujeres en la ciencia. También relata en qué consisten sus últimos estudios en el campo de las ondas gravitacionales y qué se siente al estar un poco más cerca del sueño que le llevó a estudiar astrofísica: llegar al espacio exterior.

 

Muchos niños quieren ser astronautas, pero pocos mantienen ese sueño a lo largo de los años. ¿Por qué en tu caso sí?

 

Quizás sea por cabezonería. Era una ilusión que tenía desde niña, y cuando fui más mayor me di cuenta de que, además de ser astronauta, también me interesaban las ciencias y la investigación. Vi que, si no lo conseguía, había una forma más fácil de estar cerca de las estrellas: ser astrofísica y dedicarme a la observación del universo.

 

Y sigues con la idea en mente.

 

Abrieron la llamada para astronautas de la Agencia Europea y yo cumplía con todos los requisitos. Al final, esa idea siempre ha estado sobrevolando, y todo lo que he hecho en mi vida ha sido con esto en la cabeza. Pero no es fácil. En la ESA (Agencia Espacial Europea) han recibido más de 22.500 solicitudes. He hecho los cálculos y la probabilidad de ser seleccionada como astronauta es del 0,02% aproximadamente. Yo espero, al menos, poder pasar la primera fase, en la que tengo una probabilidad más alta de entrar. Aún así es complicado, pues solo 2.500 de las 22.500 iniciales lo lograrán

 

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Si pasas esta primera fase, ¿cuáles son los siguientes pasos?

 

La siguiente fase es la cognitiva y la psicológica. Es la más complicada. Sé que hay preparaciones y libros pero, al fin y al cabo, lo que ellos buscan es que tú seas tú. No sabemos muy bien de qué se trata o qué piden exactamente. Y todavía no sabemos nada. Se supone que empezarán a llamar entre septiembre y noviembre, pero se ha retrasado en dos semanas, entonces no sabemos exactamente cuándo será. 

 

Se ha comentado la gran cantidad de franceses que han solicitado esta plaza, un porcentaje de la población mucho mayor que el de cualquier otro país de la Unión. ¿A qué se debe esto?

 

Sí que lo hemos notado, que tanto de Alemania como de Francia hay muchísima gente. Puede ser porque las oficinas centrales de la Agencia Espacial Europea están en Francia, o porque, antes de que esta agencia fuera creada, ellos ya tenían su propia Agencia Espacial y que todo esto haga que ellos tengan mucho de esta cultura del espacio.

 

¿Cuáles han sido tus referentes a la hora de dedicarte a la investigación?

 

Yo he tenido un referente muy cercano porque mi madre es investigadora, bióloga. A ella le gusta muchísimo lo que hace y lo hace por amor a la ciencia, no por dinero. Yo de pequeña tenía la oportunidad de estar con ella en el laboratorio, ver lo que hacía. A mí siempre me había gustado el tema de las estrellas y hacerme preguntas raras, y mi familia siempre me ha apoyado infinitamente. He sido una privilegiada, porque sé que hay gente que tiene otro tipo de presiones para, por ejemplo, dedicarse a algo que pueda reportarle más económicamente.

 

¿Cómo de importante es contar con estos referentes a la hora de desarrollar una vocación por la investigación?

 

Es muy importante tener referentes y, en nuestro caso, sobre todo referentes femeninos. Ahora se van abriendo más caminos, pero los que están ahí arriba siguen siendo hombres, más hechos a la antigua. Aunque esto se va renovando y en algún momento, con suerte, llegaremos a una equidad. Yo, por ejemplo, casi todas mis supervisoras han sido mujeres, igual que mi jefa ahora.

 

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¿Qué barreras te has ido encontrando, en este sentido, a lo largo de tu carrera?

 

En primer lugar, mis propias barreras mentales. Las mujeres sufrimos mucho del síndrome del impostor, que creo que está en todos los campos. Crees que tienes que demostrar más que tus compañeros, por ejemplo, a la hora de mandar las propuestas de observación. Pero también hay muchas barreras sociales y prejuicios. Ahora que han hecho que el sistema sea anónimo, el porcentaje de propuestas de mujeres aceptadas ha aumentado significativamente, lo que demuestra la gran cantidad de barreras que hay.

 

Yo no he sufrido abusos, pero sí he tenido momentos extraños con colaboradores en conferencias, con comentarios que están fuera de tono y contra los que no tienes herramientas. Las chicas jóvenes y estudiantes no tienen un sistema que les apoye en este sentido. O, por ejemplo, en las conferencias muchos compañeros se han dado cuenta de que si la ponente es una mujer le hacen preguntas más agresivas de que si fuese un compañero. Hay que cambiar el sistema, y por desgracia lo empieza a cambiar quien sufre la opresión.

 

¿En tu caso, la decisión de irte fuera de España se ha debido a la falta de oportunidades para dedicarte a la investigación aquí?

 

Cuando dejé España tuve la oportunidad de acceder a una beca de doctorado en Valencia, pero ya tenía la idea de irme a Ámsterdam. En el campo de la ciencia cuenta como positivo y necesitas hacer estancias en el extranjero, por eso pensé que, entre hacerlo más tarde y en ese momento, que podía, era mejor en ese momento. Mi idea entonces era volver a España tras acabar el doctorado, pero cuando llega ese momento y empiezas a mirar las becas, te das cuenta de que en realidad es mejor hacer un postdoc en el extranjero, y vuelves a posponer el regreso. El problema es que en toda esa andadura, si quieres volver tienes que mantener contactos en España de alguna forma, y eso es difícil.

 

¿Cuáles son las principales dificultades que encuentra un joven investigador en España?

 

Muchos de mis compañeros el primer año de doctorado casi no llegaban a fin de mes, viviendo en Madrid. Una persona que ha estado estudiando toda su vida, que consiga una beca de investigación y que luego tenga problemas para llegar a fin de mes... es un poco fuerte. Ahora van a hacer una reestructuración de las becas Juan de la Cierva y Ramón y Cajal, que dicen que va a beneficiarnos, pero yo no lo veo claro porque nos van a hacer competir no solo entre nosotros sino con gente de otros campos. En las becas te piden idiomas, publicaciones, estancias en el extranjero...  hay mucha gente que lo deja a mitad de camino. Yo todas mis colaboraciones las reportaría en España, pero si tengo que competir con 10.000 personas lo tengo muy difícil. Al final somos miles de talentos que queremos volver, pero que estamos haciendo ciencia para otros países y para otras instituciones en vez de reportar eso para nuestro país.

 

¿La pandemia puede hacer que esto cambie?

 

Personalmente no creo que vaya a haber ningún cambio. Sí creo que ha habido una inyección en el mundo de la medicina y de la virología, pero para el mundo de las ciencias básicas como física, matemáticas y químicas no creo que vaya a haber ninguna ayuda extra. De hecho ya antes de la pandemia había centros que estaban sufriendo mucho para poder sobrevivir y que tuvieron que cerrar en España por falta de fondos.

 

¿Podrías contarme un poco en qué consisten tus últimas investigaciones?

 

Yo estoy trabajando en las ondas gravitacionales y en lo que las genera, que son las colisiones entre estrellas de neutrones y agujeros negros. Para rebobinar un poco, cuando las estrellas se mueren –estrellas con mucha más masa que nuestro sol–, se mueren de dos formas: o como estrellas de neutrones o como agujeros negros. Normalmente estas estrellas masivas nacen y mueren en pareja. Al final, debido a la gravedad de cada cuerpo terminan chocándose y el choque crea una distorsión en el espacio tiempo que viaja por el universo, como si el universo se estirase y volviese a su tamaño original. Esto son las ondas gravitacionales, que van viajando por el espacio y llegan a la tierra: todos las experimentamos, solo que no las sentimos. Pero gracias a la instrumentación desarrollada, se pueden detectar.

 

Hay varios detectores en la tierra: el LIGO en EEUU, el Virgo en Italia y el futuro KAGRA, que se está construyendo en Japón. Trabajan juntos para detectar estos cambios en el espacio tiempo: cuando la señal llega a la tierra, todos los telescopios apuntan a la luz de la que viene la onda. Yo me dedico a estudiar esa luz, a juntar todas las piezas del puzzle y estudiar qué es lo que ha podido originar ese tipo de explosión.

 

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¿Cuáles son sus aplicaciones?

 

En el mundo de la ciencia, las teorías que se desarrollan terminan por tener mucha utilidad. Por ejemplo, la teoría de la relatividad, cuya aplicación es necesaria para el funcionamiento del GPS, ha podido demostrarse gracias al estudio de este tipo de eventos en el universo. Estos estudios también permiten investigar cómo se comporta la materia en un espacio confinado y energético, lo que nos ayuda a desarrollar sistemas de los cuales podemos extraer energía, que necesitaremos en el futuro. Por otro lado, trabajamos en conjunto con los físicos y astrónomos instrumentales, que desarrollan el tipo de tecnología que necesitamos para nuestros estudios. Avances tecnológicos que después se utilizan para la vida cotidiana. Un ejemplo de esto son las cámaras superligeras, que ahora todos tenemos en nuestros teléfonos móviles. O internet.

 

¿Qué echas de menos de Valdemoro?

 

Lo echo mucho de menos. Mis padres están allí y eso es una pieza elemental. Todos mis amigos son de allí, y mi equipo de baloncesto. Todavía sigo en contacto con ellas, son mis “mamis”. Volver a Valdemoro es todo para mí, una recarga de energías. Si terminase viviendo en Madrid, que es la ciudad que más me gusta del mundo, quizás me gustaría vivir en Valdemoro porque es un sitio en el que puedes disfrutar de tranquilidad. Para mí fue muy especial crecer allí: podíamos salir a la calle, ir andando a todos los sitios... En navidades está todo el mundo yendo de bar en bar, que es mi tradición navideña. Allí te encuentras a todo el mundo, y está la banda. Lo bonito es que, aunque sea gente que se ha ido de Valdemoro, vuelven siempre por navidad. Es un sentimiento que tiene mucha gente de allí.

 

¿Qué le dirías a una niña de Valdemoro que se quisiese dedicar a la investigación pero que no contase con tantos recursos, referentes u horizontes visibles como para lanzarse a ello?

 

Yo primero le daría mi contacto y le diría que estoy a su disposición. Intentaría hacer un papel de mentora. Le diría que no se sienta pequeñita o de menos por que, por ejemplo, sea la única chica en su clase de ciencias. Nosotras éramos dos chicas en clase, y no pasa nada. Evidentemente, le diría que es verdad que hay que trabajar duro, pero como en cualquier otro trabajo. También le diría que, si te quieres dedicar a la ciencia, hay un componente muy importante que no puedes controlar, y es el de la suerte: estar en el momento y en el sitio adecuado. Pero puedes propiciarlo haciendo contactos y buscándote un poco las habichuelas, sin desanimarte. Si no tiene el apoyo de la familia o amigos, yo estaría a su disposición cien por cien para ayudarla a encontrar oportunidades y reforzar la idea de perseverancia: el momento llegará. Y no debes preocuparte por lo que diga la gente. Lo importante es que quieras hacerlo y que te guste.

 

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