Colegio Virgen del Consuelo de Ciempozuelos.Los colegios e institutos de Ciempozuelos y San Martín de la Vega han vivido estos meses de incertidumbre con la tensión constante de poder recibir una llamada que los llevase a confinar cualquiera de sus aulas.
Los gritos de los niños jugando en el patio se hacen más intensos con cada paso dado hacia las puertas del colegio Virgen del Consuelo de Ciempozuelos. Ni siquiera el coronavirus ha podido acallar ese sonido tan característico de los alrededores de los centros escolares. Varios alumnos practican algún deporte de raqueta, de dos en dos, y con la mascarilla puesta.
Las medidas para mantener las aulas abiertas han sido muy estrictas, en estos pasillos llenos de color y dibujos infantiles. Toma de temperatura a la entrada, gel o lavado de manos cinco veces al día, alfombrillas para limpiar los zapatos en la entrada y la salida… “Lo más difícil ha sido el día a día. Comenzar a trabajar con esta presión, siempre esperando alguna llamada de una familia que ha dado positivo, o estando pendientes de alguna prueba. Tener que comunicar a los padres que se confinaba el aula de su hijo ha sido muy complicado”, explica Jesús Luengo, el director del colegio desde hace 14 años.
Por suerte, aquí el número de clases confinadas ha sido reducido. De dirimir la necesidad o no de tomar esta medida se encargaba la Asistente Técnico Sanitario (ATS), coordinadora COVID del centro, que ha optado por confinar en algunos casos solo al grupo de niños que estaba sentado cerca del contagiado. “No te da la misma confianza llevando la mascarilla un niño de primero de Primaria que uno de sexto”, comenta Luengo.
Tampoco el colegio Clara Campoamor de San Martín de la Vega ha tenido que confinar muchas aulas. Este centro apuesta por una metodología de trabajo por rincones, zonas y proyectos, en la que solo emplean libros de texto en Matemáticas e Inglés. “La hemos podido llevar a cabo sin ningún problema. De lo que hemos tenido que prescindir es de la cooperación entre niveles por la creación de los grupos burbuja”, explica la jefa de estudios, Miriam Fernández.
Ambos colegios han tenido que “ofrecer menos” a los padres para lograr mantenerse abiertos y se han adaptado a los requisitos de la Consejería de Sanidad con la creación de grupos mixtos. “Somos un colegio de línea dos, lo que significa que por curso tenemos dos clases de 25 alumnos. Al hacer grupos de 20, tienes a diez niños en cada nivel a los que hay que juntar con los de otro curso para formar un grupo burbuja”, comenta el director del colegio de Ciempozuelos, al que en septiembre llegaron ocho profesores de refuerzo para hacer frente a esta situación.
Luengo y Fernández coinciden al subrayar la excepcional labor que han llevado a cabo los profesores de estos grupos mixtos, que han logrado contentar a las familias que se mostraron más disconformes con el nuevo sistema en un primer momento. “Ha sido un trabajo extra para el profesorado. Si dentro de una misma clase ya hay diferencias de nivel, el contraste se incrementa todavía más cuando mezclas niños de distintos cursos”, apunta la jefa de estudios del colegio de San Martín de la Vega.
![[Img #29939]](https://zigzagdigital.com/upload/images/07_2021/1524_cole-ciempozuelos-8.jpg)
La pandemia en los institutos
La presencialidad que sí se ha podido asegurar en la educación infantil y en primaria, no ha podido mantenerse por completo en algunos cursos de educación secundaria. En el instituto Francisco Umbral de Ciempozuelos, 3º y 4º de la ESO han sido semipresenciales. “En 1º y 2º sí que hemos podido apostar por la presencialidad y nos han dado más profesores, para asegurar la ratio en los grupos”, explica la jefa de estudios Celia López.
El haber reestructurado algunas aulas, cambiado algunos grupos y contado con la baja de varios alumnos, ha hecho que el instituto pueda acabar el curso prácticamente asegurando la presencialidad total de todos sus cursos. “Es una gran noticia para todos los alumnos y las familias del centro el ir recuperando la normalidad poco a poco”.
La sirena suena y se escucha una pieza musical a través de la recién estrenada megafonía de la que el Francisco Umbral dispone desde hace unos meses. Una estampida de alumnos, con los bocadillos preparados en sus manos, sale de las aulas para disfrutar de unos minutos de descanso entre clase y clase. Esta imagen tan característica de los pasillos de los centros de secundaria tampoco se ha visto muy alterada por la pandemia. Solo las mascarillas alertan de la falta de normalidad.
Aulas con acento británico
Las bandejas del comedor están colocadas en las mesas para los alumnos del colegio Virgen del Consuelo que quieran o necesiten quedarse a comer. Las restricciones en este espacio han sido las mismas que en las aulas. “Hemos procurado poner juntos en las clases a los niños que tenían pensado ir al comedor”, comenta Jesús Luengo. El número de comensales, de todas maneras, se ha visto reducido de 160 a 100.
El colegio de Ciempozuelos es bilingüe desde 2004, año en el que la Comunidad de Madrid emprendió el proyecto. Fue uno de los 26 colegios pioneros en la impartición de clases en inglés. Hoy, el número de centros bilingües ya alcanza casi el umbral de los 400.
Como cada año, el centro ha podido recibir a cuatro auxiliares de idioma, que se encargan de acercar el acento a los niños. El coronavirus no ha impedido que tanto los alumnos de infantil como los de primaria hayan escuchado hablar a una persona nativa al menos una hora al día.
La colaboración familiar ha sido también muy importante en este curso en el que su vínculo con los centros ha pasado de basarse en su participación activa en alguna actividad a cumplir más una labor de apoyo. “Somos un colegio que piensa mucho en la participación de las familias y no hemos podido llevar a cabo la mayoría de nuestras actividades. Pero las familias han confiado mucho en el centro y eso ha sido muy importante”; explica la jefa de estudios del colegio Clara Campoamor.
![[Img #29938]](https://zigzagdigital.com/upload/images/07_2021/4442_img_7600.jpg)
¿Y cómo será el curso que viene?
La Consejería de Educación y Deporte no se ha pronunciado aún sobre las medidas a tomar para el próximo curso escolar. En los centros de Ciempozuelos y San Martín, sin embargo, ya se escuchan algunas ideas de lo que podría ocurrir en las aulas a partir del próximo septiembre.
“Aún no hay nada oficial, y seguramente no lo haya hasta julio o agosto, pero estoy seguro de que la normalidad absoluta no va a volver”, afirma Jesús Luengo. “Creo que estaría muy bien que se mantuvieran los grupos como están ahora, pero es un esfuerzo económico que seguramente no se pueda llevar a cabo”.
Aunque los alumnos también apuestan por seguir teniendo que llevar mascarillas en las clases, esperan poder gozar el curso que viene de un escenario con menos restricciones. “Seguramente se permitirán las salidas, o se flexibilizará la presencia familiar en los centros”, creen los profesores.
En todo caso, los responsables de los centros tienen claro que los alumnos se adaptarán a la situación que se acabe dando. “Este año, los niños han llevado las mascarillas con total naturalidad”, apuntan. Paradójicamente, el profesorado destaca la inmejorable actitud que han tenido los más pequeños en este año de pandemia en el que la educación se ha visto afectada como nunca antes.

















Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.99