Pese a que ya no haya obligación de llevarlas en exteriores, muchas personas aún no se sienten lo suficientemente seguras para salir de sus casas sin ella puesta.
“Estoy al tanto, pero la llevo porque no me fío”. Es la respuesta de muchos vecinos de Pinto y Valdemoro que todavía siguen llevando la mascarilla en exteriores, pese a que el pasado sábado 26 de junio dejase de ser obligatorio su uso en España, siempre que se cumpla la distancia de seguridad de un metro y medio.
Son muchos los ciudadanos que aún estando ya vacunados se sienten todavía inseguros frente a la covid-19, la mayoría alarmados por las noticias que se han dado sobre la variante india, o conscientes de lo que el coronavirus les ha robado. “Yo he perdido a mi padre y a mi suegra. Quitar las mascarillas me parece una medida un poco precipitada, porque hemos pasado por una pandemia bastante grave”, comentaba una vecina a ZIGZAG.
El sentimiento de cautela lo comparten tanto los más mayores como los jóvenes. “Hay gente que a lo mejor le molesta que me la quite. Solo me la bajo si no hay nadie por la calle”, explicaba un veinteañero que caminaba con una FFP2 por el centro de Valdemoro.
La flexibilización en cuanto al uso de las mascarillas llega en un momento en el que más de la mitad de los españoles tienen al menos una dosis de la vacuna puesta y la incidencia acumulada se sitúa en 100 casos por cada cien mil habitantes en los últimos 14 días, según los datos compartidos ayer por Sanidad.
La relajación que han supuesto las buenas cifras de vacunación se ha visto alterada por la alarma provocada por brotes como el que se ha dado en un viaje de estudios en Mallorca -hay 1.167 casos positivos y 4.796 personas en cuarentena-. “No entiendo cómo, si la gente ha estado sin ir a las clases presenciales, se va ahora de fin de curso. Tienen derecho, pero es que no tiene sentido con lo que hemos pasado”, compartía una vecina de Pinto, crítica con las decisiones tomadas por el Gobierno.
Aunque alguno no se la quita hasta cruzar la puerta de su casa, la mayoría coincide en que “si no hay nadie en la calle” o "si se van a caminar al campo”, sí se relajan y se la bajan. Además, en la calle se respira cierta controversia sobre lo que genera ver a alguien sin mascarilla: pese a que no llevarla se encuentra amparado por la ley, hay vecinas y vecinos de Pinto y Valdemoro a los que esta imagen les incomoda. Otros, sin embargo, creen que la calle es lo suficientemente grande para mantener la distancia recomendada por los expertos.
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