Elecciones
El 4 de mayo, en las elecciones regionales de Madrid, ganó, con un amplio margen de votos, el Partido Popular y las izquierdas, en conjunto, no lograron superarles. Quizá haya sido bueno que esto ocurra. Y, no piensen ustedes otra cosa; el que esto escribe es, por encima de todo, un humanista.
Aprendí, en las clases de Historia de España que cuando yo aún no había nacido, hace casi un siglo, en febrero de 1936, en unas elecciones generales de la segunda República española, los resultados fueron completamente diferentes a los actuales; ganó el Frente Popular, una coalición de izquierdas y, a lo mejor, ese fue el punto de inicio para el golpe de Estado de julio del 36. Afortunadamente ha ocurrido lo contrario.
Claro que no es igual porque no son lo mismo unas elecciones generales que otras autonómicas y, sobre todo, porque la ciudadanía del 36 no es la misma que ahora, pero, y fíjense ustedes en un detalle; también, como en aquellas circunstancias, ahora hay militares de alta graduación que parecerían estar dispuestos a revertir las circunstancias actuales, caso de que hubiesen ganado las izquierdas. Por eso creo que ha sido bueno que esto haya ocurrido así ahora y no de la forma contraria.
De todas formas, estas no son más que coincidencias curiosas. La principal motivación de lo ocurrido antes es otra razón que no tiene nada que ver con las ideologías; es el dinero, que ha sabido meterse por medio y manejar a su antojo a unos y a otros. ¿Quiénes fueron los protagonistas del golpe de Estado, los asalariados, los trabajadores víctimas de la explotación? No. Los potentados, los capitalistas, los altos cargos militares. El dinero que, para los que lo tienen representa el poder en la mayoría de los aspectos y para los que no lo tienen es un objetivo a alcanzar que, no se si con intención o no, incentivan muchos gobiernos a través de loterías, sorteos, quinielas, apuestas, etc., etc., sin darse cuenta de que toca a muy pocos y los que verdaderamente ganan son los gobiernos o las casas de apuestas.
A pesar de que en mi pensamiento considero beneficioso lo ocurrido, personalmente se me hace difícil pensar que no exista una mayoría de conciudadanos que prefieran una sanidad buena y completa para todos y una buena educación para sus hijos y los hijos de los demás. O a lo mejor las estadísticas mienten y hay mucha más gente adinerada que la que dice el INE.
Y que sean una mayoría los que prefieran que reorganicen los impuestos para que unos, los que más tienen, paguen proporcionalmente menos y los que andan más apurados, sigan pagando igual o más. Inexplicablemente parece que eso va con la condición humana, pero, personalmente, pienso que se puede corregir en base a aumentar el nivel cultural de las personas, sobre todo de esa mayoría que persigue el sueño inalcanzable de lograr la liberación económica y pasar a formar parte de esa minoría rectora.
Parece que este es el momento, al comienzo del siglo XXI, en el que se deba de cambiar la filosofía que, con algún altibajo, se viene utilizando en los últimos doscientos años. Se está acabando con las monarquías (las que quedan parecen ser de adorno), teóricamente y solo teóricamente se han acabado las dictaduras y los totalitarismos…, ahora es el momento de acabar con las partiduras, que, además de las rayas que dividen el cabello, son las dictaduras de los partidos políticos y, claro, las dictaduras están mal vistas.
Creo que la democracia actual, que no tiene nada que ver con la griega de la antigüedad, se ha de recrear de nuevo, pero con las siguientes condiciones principales que, según mi criterio, deberían ser;
1ª/ Los partidos políticos deben de quedar excluidos del juego político y convertirse en meros clubes donde se puedan criticar las cosas que, en su criterio, hagan mal los gobiernos de turno. Las personas que sean socios de número de esos clubes no se podrán presentar a formar parte del congreso o del senado pero los clubes, sí quieren, pueden, a sus expensas, disponer de medios de comunicación donde expresar sus ideas.
2ª/ Los ciudadanos que lo deseen y que no sean socios de ningún partido político podrán presentarse como candidatos al congreso o al senado enviando un CD de cinco minutos de duración con su proyecto político que harán seguir al Ministerio del Interior para que sean emitidos gratuitamente por las cadenas regionales de TV en horas de máxima audiencia. De esta forma, se eliminarían los mítines y las propagandas electorales, con el consiguiente ahorro económico.
3ª/ Las votaciones se realizarían mediante unas listas de todos los candidatos que se presenten, ordenados alfabéticamente, y con la obligación por parte de los votantes de señalar con una cruz tantos candidatos como la circunscripción electoral establezca y no más de ese número, pero sí menos si así lo estima oportuno.
4ª/ Los ciudadanos electos al congreso y al senado percibirán de emolumentos la media de los sueldos mensuales que obtenga cada año el INE del total nacional y deberán tener todos los descuentos que tienen los trabajadores.
Estas son las cuatro cosas principales que se me ocurren y existirán muchas más cosas, relacionadas, que también deberán modificarse de acuerdo con estas.
Lo esencial es que los políticos sean auténticamente ellos, no personas de partido que siguen unas directrices dictadas por una Junta Directiva a la que muy pocos conocen.
Finalmente, la limitación de ingresos es para impedir que la actividad de parlamentario sea atractiva para personas que solo aspiran a tener unos buenos ingresos sin preocuparse de trabajar en mejorar la vida de sus conciudadanos.
Los políticos deben de ser vocacionales. No les deben importar los ingresos económicos ni las horas de trabajo que necesiten para tratar de que la marcha del país y de sus habitantes progrese.
No se me oculta que alguno habrá que, sin estar afiliado oficialmente a ningún partido político, lo que le impediría presentarse a las elecciones, siga subrepticiamente las indicaciones que reciba de ese mismo partido, pero al faltarles el acuerdo de una mayoría cohesionada y disciplinada, tendrían poca efectividad.
Las convulsiones que nos está dando la pandemia de Covid-19 no son nada si las comparamos con las que nos viene dando el dinero desde tiempos inmemoriales. Debemos aprovechar esta situación para sentar las bases de una vida más justa no solo para los españoles sino para todos los habitantes del planeta.
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