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De camarero en Pinto a gurú de la gastronomía española en Australia

Celia Márquez Coello Sábado, 15 de Mayo de 2021 Tiempo de lectura:

Rubén López es un chef criado en Pinto que lleva más de diez años en Australia, donde ha fundado la primera organización 'non profit' de gastronomías española.

Nació y creció en Pinto, en el barrio Buenos Aires. Cuando en 2009 voló a Australia con su pareja, Rubén López Mesa no sabía que ese viaje le cambiaría la vida. Ahora, tras haber fundado la primera organización sin ánimo de lucro de gastronomía española del país, este chef pinteño acaba de montar su propio negocio en Australia, también de comida española. Sin poder ocultar la nostalgia por el barrio que le vio crecer, Rubén nos relata cómo es su vida y qué espera del futuro en el pequeño pueblo australiano donde reside junto a su mujer y a su hija.  

 

De servir mesas a fundar ‘Eat Spanish’

 

La vida de la pareja comenzó en el pueblo costero de Cronulla. Allí vivieron durante cuatro años hasta que se mudaron a Sídney, donde nació su hija. “Trabajaba mucho como camarero. Hubo un momento en que me di cuenta de que estaba trabajando 16 horas al día y supe que no quería vivir así”, recuerda Rubén. Necesitaba un cambio y eso fue lo que le llevó a estudiar una diplomatura de cocina. “Yo siempre había trabajado en hostelería, pero nunca en la cocina”, cuenta. Y se lanzó.

 

Rubén recuerda sus primeros años en Australia como un periodo complicado: “En el momento en el que tengas un color de piel diferente y un acento distinto, eres la presa de cualquiera”. Aunque en general se sintió bien acogido, el chef reconoce haber sufrido racismo y encontrado dificultades para aprender el idioma. Por eso, haber cursado estudios allí tiene para él un valor añadido. “Tenía que estudiar el triple que el resto”, relata orgulloso. Valió la pena: el último año le nominaron para el premio de mejor aprendiz de Australia y fue invitado a estudiar en el Sydney Institute, Hospitality & Management.

 

Así, pronto este pinteño pasó de servir mesas a elaborar los platos, llegando a ser jefe de cocina de varios restaurantes. La cosa no quedó ahí. La nostalgia por la cocina española le llevó a buscar a otros como él —chefs españoles que buscaban poner en valor la gastronomía española y darse a conocer en Australia— y crear una red de contacto. Así surgió 'Eat Spanish', que nació como plataforma digital y llegó a conectar a 65 chefs. En poco tiempo el proyecto pasaría a ser la primera organización sin ánimo de lucro de gastronomía española del país, apoyada por entidades como la embajada española en Australia o el Instituto Cervantes.

 

“En ‘Eat Spanish’ nos hemos juntado tres generaciones de cocineros”, explica Rubén. Mediante la promoción cultural, las actividades educativas y el “networking”, la asociación busca la expansión de la cultura gastronómica en varios estados australianos. Aseguran tener aún un largo camino por delante, pues “todavía quedan muchos prejuicios y estereotipos sobre la comida española”. “Sin ir más lejos, el otro día unos clientes devolvieron el salmorejo a la cocina porque lo querían caliente”, comenta Rubén entre risas.

 

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La vuelta a casa se retrasa


A pesar de que en Australia la incidencia de coronavirus ha sido mucho menor que en otros lugares, eso no impidió que la hostelería sufriera un embiste en 2020. “Hemos perdido a muchos profesionales” lamenta el chef.
Rubén se considera un afortunado ya que pudo mantener su empleo a base de comida a domicilio y ligeros cambios en el menú. Ahora “es como si no hubiera covid”: entre el 26 de abril y el 9 de mayo se registraron 257 casos en todo Australia frente a los 98.791 que se produjeron en el mismo periodo en España, por lo que las medidas se han vuelto muy laxas. “Viven en otro mundo”, asegura.

 

La pandemia también ha truncado el regreso a casa de muchos expatriados, entre ellos Rubén. Antes de la crisis, el chef solía viajar a Pinto cada dos años para ver a su familia, lo que le ha permitido en este tiempo contemplar el crecimiento de la ciudad. La situación actual ha hecho que ya hayan pasado cuatro años desde la última vez que pisó su barrio. “Teníamos comprado el billete para ir en marzo del año pasado, pero le vimos las orejas al lobo”.
En Pinto, la calle México del barrio Buenos Aires continúa esperando la vuelta del cocinero. Allí Rubén pasó la que describe como “una infancia muy bonita”.

 

De aquellos años echa de menos la cercanía de su familia y de sus amigos y “el sentimiento de comunidad” que hoy le falta en el continente australiano . También pequeños acontecimientos cotidianos como pasear, correr o comprar en el supermercado.

 

Desde el pequeño pueblo australiano en el que vive actualmente —una pequeña localidad a 250 kilómetros de Sidney—, Rubén espera a que “todo pase” para poder volver con los suyos. Mientras tanto no le faltan ocupaciones: a principios de este año fundó su propia empresa, un servicio de catering privado llamado ‘Table of ten’ con el que espera comenzar una nueva etapa laboral y vital. Al preguntarle por sus planes de futuro, y aunque "eso no se puede saber", afirma que le gustaría "volver a Pinto el tiempo suficiente" para que su hija aprenda español.

 

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