
Cientos de alumnos pasaron por la Academia de idiomas Bartz durante los 34 años que estuvo abierta.
El pasado 22 de abril falleció Walter Bartz, director y profesor de la histórica primera escuela de idiomas de Pinto, la Academia Bartz. La familia organizará una misa en la iglesia Santo Domingo de Silos en las próximas semanas para que los pinteños puedan despedirse de uno de sus vecinos más emblemáticos.
Walter nació en Dormunt (Alemania) en 1942 y llegó a Pinto hace más de 50 años. Antes de montar la primera academia de idiomas de Pinto en los años 70, Walter trabajó en una fábrica, donde conoció a Pilar Cuenca, el amor de su vida.
“Se enamoraron y se casaron enseguida, no pasó ni un año”, cuenta su sobrina, Eugenia Aguilar. Walter y Pilar han estado siempre juntos. Sin hijos, el matrimonio tuvo una relación muy cercana con su sobrina, “al pie del cañón” junto a su cuidadora, Lía María, durante estos últimos años en los que a Walter se le agravó su estado de salud debido a un enfisema pulmonar y la demencia senil que padecía. “Antes de que llegara este maldito año él siempre iba en su scooter eléctrica por todo Pinto, saludando a todo el mundo y siempre alegre”, le recuerda Eugenia.
Decano en la enseñanza de idiomas
Dos cosas amaba Walter al mismo nivel que a su familia: los idiomas y el deporte. Cientos de alumnos pasaron por la Academia de idiomas Bartz -primero con un local en la calle Rubín de Celis y más tarde con su escuela en la calle Marqués- durante los 34 años que estuvo abierta. En 2002, Walter decidía jubilarse y poner punto y aparte a uno de los negocios que pusieron su granito de arena en mejorar y ampliar la enseñanza en Pinto. “Es para mí un orgullo el saber que mi estancia en Pinto ha sido tan hermosa y reconocida. Recuerdo que mi padre me dijo cuando aun era un estudiante que yo nunca aprendería un idioma. En el año 82 le escribí una carta diciendo: soy alemán y doy clases de inglés a españoles”, declaraba el profesor durante los Premios ZIZGAG 2002, en los que recibió un diploma por su labor educativa. Walter se jubiló a los 65 años, aunque su pasión por las lenguas hizo que siguiera como profesor particular mientras la salud se lo permitió.
Además, Walter fue una persona muy activa en el movimiento asociativo y cultural del municipio: formó parte del Coro Municipal y de los primeros años del Atlético de Pinto, colaborando con el equipo. “Aunque fuera alemán, quería Pinto como si fuera suyo”, dice su sobrina. Tras su fallecimiento, los vecinos sólo han tenido palabras bonitas para despedir a Walter. “Todo el mundo le recuerda por cosas buenas”, reconoce conmovida Eugenia, agradeciendo las innumerables muestras de cariño que han recibido durante estos días.
Junto a su incansable sonrisa, Pinto también añorará el balcón de Walter sobre la sucursal de Bankia, que marcaba el inicio de la Navidad con su elaborada decoración e iluminación. “Con él empezaba la Navidad”, reconocen muchos vecinos de la localidad. En el recuerdo de Eugenia se quedan sus últimos momentos con su tío que, pese a su demencia senil, seguía cantando todas las tardes junto a ella la mítica canción de Dorys Day, interpretada por Karina: “Qué será, será. El tiempo te lo dirá”.
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