Y tú ¿con qué color escribes?

Cuando escribo, soy muy dada a cambiar de bolígrafo. Los tengo de muchos colores. He decidido darle a cada uno su propia personalidad.
Dependiendo de mi estado de ánimo, o de lo que quiero expresar en ese momento, utilizo unos u otros. A veces es al contrario: si, por ejemplo, tengo ansias de escribir con el rojo, me lanzo a él, pero tengo que intentar que mi escrito se ciña a lo que representa, para mí, ese color; esta elección es más difícil de llevar a cabo pero ¿qué queréis que os diga?, las ansias son las ansias. Surrealista ¿verdad? Otros lo llamarán absurdo, “irse la olla”, al margen de la realidad… pero en el fondo es escribir. ¡Y me encanta!
Me gustaría ejemplificaros este hecho tan curioso y pintoresco, que realizo en mi cotidianidad, explicando lo que me motiva (ya sea agradable o desagradable) para echar mano de un color de bolígrafo o de otro. Comencemos:
El ROJO lo utilizo para expresar ideas contradictorias, lo que provoca que aparezcan sentimientos encontrados. El rojo me produce una reacción súbita de escribir lo que me da la gana, sin consultar con nadie si está bien escrito o no. «Yo soy yo y mi circunstancia». Hay un alzamiento divino de mi EGO. Y claro, esto me da pie a mentir, porque en literatura también se miente. Luego está la capacidad del lector para saberse engañado o no. “Allá películas”, como decía mi madre. Con el bolígrafo rojo bien podría haber escrito este cuento: PINOCHO. Pinocho, una marioneta de madera, inerte, que se mueve a merced de los hilos que maneja Geppetto. Tiene varios caminos, pero elige el camino de la desobediencia y la mentira. ¿Por qué? Porque claudicó ante la gran tentación.
El AZUL lo utilizo cuando quiero expresar que he perdido el camino. Y lo he perdido en un mundo imaginario y ficticio, muy difícil de explicar desde la razón. ¿Irracionalidad? Pues parece que sí. El azul me sumerge, de forma directa, en la ciencia ficción con extraterrestres y alienígenas por un lado, y en la fantasía de universos paralelos, sin ser consciente de la realidad, por otro. Con el bolígrafo azul bien podría haber escrito este libro: LAS AVENTURAS DE ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS. ¡Ay Alicia!; cómo caíste en ese mundo absurdo y lleno de fantasía, en el que ibas buscando a alguien que pensara como tú. Como tú solo piensan los que viven en tu mundo, Alicia; no puedes vivir siempre en un sueño, Alicia; tu vida es un canto a la búsqueda de la madurez y de la identidad personal, Alicia. ¡Despiértate y madura de una vez por todas, Alicia!
El MORADO lo utilizo, sin duda, para expresar humor, ironía, sarcasmo. Aquí soy la Reina, la Casta Diva Enhumorada. Es impresionante la cantidad de puyas y pullas que me salen cuando escribo con el morado. Eso sí, las expreso con mucha demagogia mientras me río de todo y de todos. Incluso me enorgullezco y, hasta me lo creo, de lo buena que soy en este terreno. Con el bolígrafo morado bien podría haber escrito esta novela: NARCISO Y GOLDMUNDO. Es la historia de estos dos personajes antagónicos, cuya forma tan extrema de entender la vida produce un choque frontal entre ellos. Narciso dice que «siempre, fiel a mí mismo, lucho por situarme allí donde pueda servir mejor, donde mi modo de ser pueda servir mejor, mis cualidades y dotes puedan encontrar terreno más propicio, el mejor campo de acción. No hay ningún otro objetivo”». Igualito, igualito.
El VERDE OSCURO lo utilizo cuando quiero expresar una involución, una involución a lo grande, ya sea biológica, cultural, política, social. De repente, cuando escribo con él, me aparecen imágenes de siglos pasados, imágenes bélicas, de Reconquistas, gente con camisas azules, incluso historias de la sección femenina. ¡Pues sí que me he pasado escribiendo sobre la involución! Hasta creo recordar, que en alguna ocasión, utilicé este boli para contar la historia de un Australopithecus que se hizo pasar por Homo Sapiens. Le calaron enseguida. Imposible disimular esa capacidad craneal. Con el bolígrafo verde oscuro bien podría haber escrito: GUÍA DE LA BUENA ESPOSA. 11 REGLAS PARA MANTENER A TU MARIDO FELIZ. Y yo me pregunté: ¿esto está escrito en el siglo pasado o en la misma prehistoria? Ante la duda, quemé el boli no fuera a ser que me obligara a escribir, por ejemplo, un Contrato de Maestras.
El NARANJA lo utilizaba de comodín, o para subrayar, entrecomillar, o para resaltar algo, poner algún asterisco, paréntesis. Daba color al texto, pero poco más. Y digo que lo utilizaba porque no sé en qué momento desapareció de mi mesa de escritorio. ¿Se habrá fugado a otro bote? Igual él solito, se ha “arrimado” a los que tengo por aquí, ha cambiado de color y resulta que está delante de mis narices pero ya no sé cuál es. El caso es que, haya cambiado o no de color, buscaré otro comodín. No voy a dejar que me vacile. ¡Faltaría más! Con el bolígrafo naranja bien podría haber escrito esta fábula: EL CAMALEÓN QUE FINALMENTE NO SABÍA DE QUÉ COLOR PONERSE. ¡¡Qué visionario fue Augusto Monterroso!!
El VERDE CLARO lo tengo desde hace poco. No sabía muy bien qué podría expresar con él así que decidí empezar a escribir, sin más. ¡Increíble! Leo lo escrito y no me entiendo ni a mí misma. Sé lo que quiero decir, lo expreso como buenamente me deja el boli, pero al final, está todo lleno de tachones, emborronado y no hay nada claro. No sé si es que intento contar y convenceros de una realidad, mi realidad, desoyendo las otras realidades que tengo a mi alrededor, o que pienso que lo mío es lo MÁS parecido a una aventura en solitario… Un lío, lo sé. Con el bolígrafo verde claro bien podría haber escrito: LAS AVENTURAS DE TOM SAWYER. ¡Vaya, vaya con Tom! Vaya niño, perspicaz, que involucra siempre a sus amigos para llevarles a donde él quiere, y que en la mayoría de las veces, les conduce a vivir situaciones peligrosas Es listo, superviviente pero con un exceso de confianza que le lleva por caminos equivocados. Su visión de la vida no tiene nada que ver con la de los adultos con los que tiene que convivir.
Hubo un tiempo en que tuve un bolígrafo ROSA. Desde el primer momento pintó fatal. La tinta ya debía de estar seca cuando lo compré en una tienda de todo a 100. Ni se me pasó por la cabeza ir a reclamar. Me daba pena tirarlo porque decoraba muy bien en el conjunto de mi habitación. Le tuve dando vueltas por todos los botes del escritorio hasta que me cansé de verlo. Lo tiré a la basura. Con el bolígrafo rosa, más que un libro, bien podría haber escrito la letra de esta canción: LA FALSA MONEA… que de mano en mano va y ninguna se la queda.
Para terminar quiero expresar, con el bolígrafo NEGRO (color excelso de la ELEGANCIA) que: «En este escrito, cualquier parecido con la realidad política de nuestro país y/o de sus personajes, es pura coincidencia. Todo es producto de la imaginación de la autora».

















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