Imagen de archivo El Confidencial.Decenas de comentarios denigrantes para las mujeres se reproducen entre las reseñas de estos locales que se han colado en Google Maps disfrazados de "clubs nocturnos".
“Potrancas a la altura”. “Buenas lumas”. “Buenos conejos”. “Un sitio donde tragan sables, se practica idiomas y se liga”. Son algunas de las reseñas en Google Maps de las decenas de locales de alterne que hay en las carreteras y polígonos del sur de Madrid. La prostitución no es ilegal en España -sí lo es el proxenetismo que muchas veces se practica en estos locales-, por ello Google -como pasaría con un restaurante, frutería u hotel- permite poner una reseña de cualquier local de alterne, aunque muchos de estos comentarios incumplan las normas de la compañía. Según Google, no está permitido colgar contenido peligroso o despectivo” que, entre otras cosas, “incite odio promueva discriminación o menosprecie a un individuo o grupo en base a su raza, origen étnico, religión, discapacidad, edad, nacionalidad, identidad de género u otra característica asociada con discriminación sistemática”.
En marzo Elpais.com publicó un reportaje en el que recogió las reseñas de más de 500 locales de este tipo en España identificados en Google Maps a través de títulos como “club de entretenimiento para adultos”, “bar de alterne” o “club nocturno” con comentarios xenófobos y denigrantes para las mujeres. En el área metropolitana sur de Madrid y la zona limítrofe con la provincia de Toledo, son bastantes los puticlubs que pasan desapercibidos con estos epítetos, pero que muestran su verdadera naturaleza a través de las muchas infames reseñas de sus clientes.
![[Img #28959]](https://zigzagdigital.com/upload/images/04_2021/771_las-infames-resenas-en-google-de-puticlubs-en-el-sur-de-madrid.jpg)
Además de cosificar a las mujeres –“jóvenes, simpáticas y con un físico atrayente. Se ve que hay buena selección de personal”, “Como local es bonito pero las chicas un cero, bastante feas”, “El nivel medio de las chicas es alto”, “Buen género” se puede leer entre los comentarios de uno de estos locales de la autovía del sur-, muchas reseñas son terriblemente racistas –“Había cuatro españolas el día que estuve yo”, “No suelo pasar con chicas del este, pero con ella repetiría”- y hay incluso notas publicitarias de perfiles en los que se informa sobre las tarifas de la compañía.
Incluso en algunas de estas salas los propietarios se atreven a responder a las opiniones de sus usuarios. “No me gusta”, escribe un tal Hugo; a lo que el dueño responde: “Seguro que lo dices porque te ha pillado tu mujer y ahora pretendes arreglarlo o quedar bien”. A los que no llegan a dar las cinco estrellas (la máxima puntuación que permite Google) les preguntan cómo mejorar.
Entre grandes elogios al local, posiblemente falsos, y críticas, probablemente hechas desde la competencia, hay quien utiliza sin pudor su nombre y apellidos para contar su experiencia en el local a través de comentarios humillantes y vejatorios para sus mujeres de compañía.

















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