Gobierno de coalición in extremis
PSOE, Unidas Pinto y Podemos han llegado a un acuerdo para formar un gobierno de coalición. Para ello, el bloque de izquierdas de Pinto ha necesitado seis años. Durante todo este tiempo, los sucesivos gobiernos en minoría (Ganemos Pinto, 2015-19 y PSOE, 2019-20) no han sido capaces de aprobar los preceptivos presupuestos anuales, norma fundamental para la gestión municipal de los asuntos públicos. Hasta hoy, el bloque de izquierdas solo confluía en cerrar el paso al gobierno a la derecha, pero no en facilitar el gobierno de la izquierda. Los perjudicados por esta miopía y falta de consenso democrático han sido los ciudadanos de Pinto que han sufrido gobiernos sin capacidad para gestionar plenamente los asuntos municipales.
El primer efecto positivo del recién estrenado tripartito es que desbloquea los vetos para aprobar unas nuevas cuentas municipales que sustituyan al desactualizado presupuesto de 2015, aprobado por el último gobierno del PP, y que ha estado vigente.
El segundo efecto positivo del gobierno de coalición, vinculado al primero, es que tener presupuestos este año supone el privilegio de poder utilizar los 16 millones de euros de remanente que actualmente tiene disponible la tesorería municipal. El nuevo gobierno ya ha anunciado que destinará 6,1 millones de euros para inversiones concretas (obras y equipamientos) dirigidas a “mejorar el bienestar de la ciudadanía”. Después de años de estancamiento y retroceso de la actividad económica, Pinto necesita con urgencia un impulso decidido a las inversiones públicas y ayudas concretas y eficaces al comercio local, a la industria y a los emprendedores. Además de mejorar y profundizar en las ayudas sociales básicas para que nadie se quede atrás.
Pero también el nuevo tripartito ofrece multitud de dudas. Además de la desconfianza mutua entre las partes, el bagaje de gestión de los cuatro años de uno de los socios de gobierno (los herederos de Ganemos Pinto) es claramente deficiente y no es mucho mejor lo que ha hecho el PSOE desde entonces. Si a esto añadimos la falta de experiencia en la gestión y baja cualificación de algunos de los cuadros (concejales y cargos de confianza) que deben llevar a buen puerto el proyecto, obtenemos incertidumbres sobre el resultado final.
Sea como fuere, el nuevo Gobierno, que va a gozar de medios económicos extraordinarios, tiene dos años para llevar a cabo su plan de transformar y mejorar Pinto. Deseamos que, por el bien de todos, triunfe en su empeño. Serán los vecinos quienes emitirán su veredicto al final del trayecto.
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