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Testimonios de covid-19: Un tornado sobre tu cuerpo

Esther A. Muñoz Martes, 26 de Enero de 2021 Tiempo de lectura:
Pedro evoluciona positivamente tras 50 días infresado por covid. | Foto de archivo.Pedro evoluciona positivamente tras 50 días infresado por covid. | Foto de archivo.

Pedro Torrejón, concejal del Ayuntamiento de Ciempozuelos, cuenta la batalla más dura de su vida: sus 51 días de lucha a vida o muerte contra el coronavirus.

Pedro Torrejón ha pasado la batalla más dura de su vida. El exalcalde de Ciempozuelos y portavoz del partido local CPCI desde 2007 ha superado el coronavirus. 51 días de ingreso hospitalario: 27 días postrado en una cama y 24 días entubado en la UCI. Casi un mes después de que recibiera el alta hospitalaria, Pedro Torrejón cuenta su historia, su guerra contra la covid-19. 

 

Era jueves cuando recibió los resultados negativos de la PCR que se realizó tras enterarse de que su yerno tenía covid. Solo un día después, Pedro comenzó a sentirse mal. 

 

El sábado, en el hospital, lo confirman: positivo en coronavirus. Los pulmones no están funcionando. Sus primeras radiografías ya muestran una sospechosa neumonía bilateral.  El domingo empiezan las dificultades para respirar, el cansancio y la fiebre. Por la tarde ya está ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Por la noche le inducen el coma: se ahoga. 

 

No es para tanto

 

Pedro es capaz de llegar conduciendo a su hospital. Enfermero durante más de 40 años, cuando le dicen que tiene covid-19 solo piensa en el tratamiento que le pondrán y, por supuesto, en volver a casa. “Antes de que me sedaran pensaba que la situación no era tan grave como luego lo fue. Tenía esperanza en que el virus se podía controlar, que la mía era una situación controlable”, confiesa Pedro. Pero no hay quien domine al bicho. Su doctor le anuncia que tiene que quedarse ingresado. Le aíslan en la planta covid, donde muchos tosen, todos enfermos de lo mismo, y vuelan las enfermeras, los médicos y las epis. Los registros de oxígeno en sangre de Pedro no son normales. Con su saturación ya debería estar en la UCI. No puede respirar por él mismo, hay que intubarle. 

 

Pedro pasó 24 días intubado en la UCI del hospital. “Para mí fue horrible. El coma inducido es un paréntesis en tu vida, renglones que alguien te tiene que escribir. Tu mente sigue funcionando por lo que tuve alucinaciones y sueños, unos agradables y otros tremendamente duros. Algunos de ellos se instauraron en mí tan claramente que llegué a pensar que habían pasado de verdad”. 

 

Para Pedro esos días no pasaron, pero existieron. Mientras Pedro soñaba, su familia sufría, sacando fuerzas de donde podía. Hubo complicaciones, infecciones, momentos críticos en los que los médicos no sabían si iba hacia arriba o hacia abajo. Una de las noches en las que Pedro peleaba con sus sueños, su hija recibió una tremenda llamada. “Si vuelvo a llamarte, significa que tu padre ha fallecido”. En los sueños de Pedro siempre está presente su familia.

 

Y de repente, entre pesadillas de muerte, despiertas. 

 

Un trozo de carne

 

“Cuando sales y despiertas no te mueves, eres un trozo de carne”. El coma hizo perder a Pedro todo el tono muscular. “Tu mente piensa, pero tu mano no te obedece y así todas las partes de tu cuerpo”. 

 

Más malas noticias: debe estar enchufado a una máquina de oxígeno permanentemente y ha perdido la movilidad en una mano y un pie. “Por tu pulmón ha pasado un tornado que lo ha destrozado todo a su paso”, le explican los médicos. Pedro no aguanta ni cinco segundos sin oxígeno, incluso los cambios de mascarilla son agónicos. 

 

“La primera vez que intentaron ponerme de pie me escurrí entre los brazos de mi fisioterapeuta y amigo, Kiko. Era como si cogiera agua. Esos sí fueron mis peores momentos. Cuando eres consciente de tu situación”. Pedro ya no puede ir al baño, ni siquiera incorporarse solo, es absolutamente dependiente para todo. Contesta con un hilo de voz. El virus ha dañado sus piernas, sus brazos y su pecho. 

 

Tu vida después

 

“Cuando salí de la UCI estaba tremendamente hundido y confundido. Al minuto siguiente dije: esta es mi realidad, hay que trabajar para cambiarla”. Desde que salió del coma inducido, Pedro pasó otros 27 días ingresado en el hospital donde luchó por dejar de ser un manojo de carne y aprendió a vivir con las limitaciones que deja en el cuerpo la covid: andar hasta el lavabo es hacer una maratón y te tambaleas hasta para ponerte la blusa del pijama.

 

Gracias a la rehabilitación, Pedro puede hoy quitarse su máscara de oxígeno en intervalos pequeños. “No podía hablar ni respirar. Ahora hago una entrevista de una hora y no me ahogo”, bromea. “El pulmón creo que lo recuperaré pronto. Los problemas de movilidad en la pierna y la mano se deben a pinzamientos del nervio por estar boca abajo durante el coma. El nervio se ha quedado muy dañado y me va a costar mucho más, pero espero que lo pueda conseguir”. 

 

La cabezonería y la positividad de Pedro han sido claves en su recuperación. “La cabeza es fundamental. Hay que tener muchas ganas de querer superarlo y salir adelante. La derrota ya la tienes, pero luchando puedes conseguir la victoria”, dice convencido. 

 

Pedro volvió a casa el 31 de diciembre a las 7 de la tarde, con la mesa puesta y las uvas en el tazón. Adiós al peor año de su vida. Su deseo de 2021 lo tenía a su lado. “Tenía unas ansias tremendas de estar con mi  familia: mi esposa, mis hijas y mis nietos... Contarles cómo fue para mí ese infierno. Verbalizar mis sueños y alucinaciones, exteriorizar mis experiencias para normalizar la situación. No debes quedarte dentro nada”. 

 

Pierde un momento

 

Antes de su ingreso, Pedro llevaba semanas cuidándose del bicho. Acudía a los plenos de forma telemática y había descartado las salidas. “Lo cogí, no sé ni cómo. Está en cualquier lugar y en cualquier momento”.
La covid es cruel —“mucho más cruel de lo que vemos en las imágenes, mucho más duro de lo que nos explican por la televisión”, asegura Pedro— y no discrimina. “Durante los tres días que estuve despierto en la UCI, en el box de al lado falleció un joven de 22 años”. 

 

“Es mejor perder un momento en esta vida que la vida en este momento”, sentencia Pedro. Pide responsabilidad, a jóvenes y mayores. “A cualquiera que quiera puedo contarle lo duro que es pasar por esto”, dice. “La vacuna es la solución, pero no a corto plazo. Todavía vamos a vivir experiencias negativas, depende mucho de nosotros cuántas sean”.

 

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