
El virus solo ha sido capaz de quitarle una cosa a Antonia: la gran fiesta de cumpleaños que había imaginado para celebrar sus 100 años.
Este 2020 de infausto recuerdo guardaba para el final una buena noticia para el pueblo de Pinto. El municipio cuenta desde hoy mismo con una nueva vecina centenaria, Antonia Rojas Rodríguez (Córdoba, 1920), a la que ni el coronavirus ha sido capaz de arrebatarle la sonrisa.
Antonia nació en el pequeño pueblo cordobés de Belalcázar y fue la cuarta de cinco hermanos. Hacendosa y muy espabilada desde muy pequeña, pasó la infancia ayudando a sus padres y vecinos con las cuentas de la casa y las tardes en el cine con su amiga Concha. La Guerra Civil echó por tierra la vida que conocía, obligando a la familia a mudarse: “Siempre nos cuenta que tuvieron que cambiar de casa porque las bombas derribaron el edificio en el que vivían”, recuerda su nieta Arantxa.
En 1941 se casó con Rafael Cuadrado, con quien tuvo seis hijas y un hijo. La familia salió de Córdoba y vivió en varios puntos de España hasta que llegaron al barrio madrileño de Carabanchel. Después de 42 años juntos, su marido falleció en 1983 y Antonia comenzó a pasar largas temporadas en la casa de uno de sus hijos en Pinto, hasta que en 2001 se trasladó oficialmente.
Hoy Antonia disfruta de sus 19 nietos, 30 bisnietos y un tataranieto. “Se sabe el nombre de todos, es increíble”, aseguran sus nietas.
Así es Antonia
Su familia la describe como una mujer cariñosa que está siempre pendiente de los demás y que tiene unas increíbles ganas de vivir: “Es muy especial, siempre tiene una meta en la cabeza. Ahora es su cumpleaños y lo próximo es celebrar los Reyes Magos”.
Aunque tenga que moverse con un andador a la pinteña le gusta cuidarse y dar paseos con sus hijos pero también ver la televisión y coser, un hobby que la entretuvo durante los duros meses de confinamiento. Cosió mascarillas con trapos cuando encontrarlas era prácticamente imposible. “¡Para que la gente no se quede sin ninguna!”, explicaba ella misma a sus nietas durante las videollamadas.
Porque ni siquiera la COVID-19 ha sido capaz de aplacar a Antonia, aunque lo intentara. “Empezó a tener como una especie de resfriado y estaba un poco pachucha y con los ojos rojos, así que le hicieron una PCR y dio positivo”, recuerda Arantxa. Puede que fuera el paracetamol o el café y la copa de vino que no perdona cada mañana, pero lo cierto es que en unas semanas Antonia generó “tantos anticuerpos como si la hubiesen vacunado” y volvió a ser la de siempre. “Su positividad y su espíritu de vida es lo que le hacen estar así”, confirman sus familiares.
Aunque el coronavirus le ha arrebatado a Antonia la gran fiesta de cumpleaños que había imaginado para celebrar su siglo, la nueva centenaria de Pinto no renuncia a festejar sus 100 años: ha convocado a seis familiares en su casa esta tarde –como marca la covid– y al resto en la calle, desde donde la felicitarán con gritos y pancartas.

















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