Escribir en tiempos revueltos
De qué le sirve a un colegio tener las mejores instalaciones, los mejores servicios si tiene un claustro con profesores desanimados. Lo que importa es el contenido, no el continente.
Llevo meses respirando el odio. Sí, sí, como os lo cuento: el odio. No hay más que echar un vistazo a las redes sociales y escuchar a los tertulianos de muchos programas. De unos años a esta parte, opinar y escribir en contra de algo, hace que te pongan una etiqueta nada acorde con tu forma de pensar. Si no estás de acuerdo con algunas acciones de los partidos políticos de izquierdas, ya te tildan de facha. Si no estás de acuerdo con las de los partidos políticos de derecha, eres roja y comunista. ¡¡¡Qué cerrazón!!! ¿Qué pasa? ¿Que solo puede ser blanco o negro? ¿No hay lugar para más pensamientos, para más ideas? Pues parece ser que no. ¡Qué más quisiera yo que me representara alguien, con todos los que hay! “¡Que no nos representan!” Anda, qué casualidad. ¡Si he revertido el título del libro de Iglesias y Monedero! Miren ustedes (se me empieza a pegar la coletilla política), entre el blanco y el negro hay una variedad muy grande de colores y a cuál más bonito: negro azulado, negro azabache, negro ónice, gris marengo, gris perla, gris ceniza, gris plata, blanco seda, blanco hueso, blanco roto, blanco tiza… y así hasta más de 100 variedades. ¡Todo debería ser respetado! Y el representador que nos represente, buen representador será.
Volviendo al tema del odio, estamos viviendo unos extremismos que no son nada positivos para la evolución de nuestro país, que ya tiene bastante con la pandemia. No hay respeto, están las armas en alto, a la mínima la gente se exalta, insulta, pierde la cabeza. Es lo suyo y nada más. Y cuidado con llevarles la contraria. Y fíjense ustedes (coletilla), que lo que más miedo me da, no es tanto ese odio, que lo hay, sino comprobar cómo la IGNORANCIA se va apoderando de ellos.
¡¡¡Cómo nos mienten la mayoría de los políticos!!! Y lo peor de todo es que lo estamos permitiendo. Un Presidente de Gobierno que se enorgullecía de no querer pactar con Unidas Podemos ni con Bildu… pues toma, la primera en la frente. Un Vicepresidente segundo que no hacía más que meterse con los políticos que tenían casoplones diciendo que él jamás se iría de su barrio aunque estuviera en el poder… pues toma, la segunda en la frente. Una Presidenta de la Comunidad de Madrid que, persiguiendo al conejo blanco, se introdujo en el País de las Maravillas… pues toma, descalabro en la frente. Nos mienten, nos cuentan mil y una historias para justificar sus mentiras. Y el problema es que hay mucha gente que les creen a ciegas y no se dan cuenta de que los políticos pasarán de largo, se quedarán con sus sueldos vitalicios, mientras nosotros nos quedaremos aquí, en nuestras casas, con las mismas miserias y los mismos problemas. ¡Así nos va!
El otro día conversando con un conocido de mente cerrada, sobre este tema de la pluralidad de ideas políticas, le tuve que instar a que leyera y se informara a cerca del SOCIALISMO CRISTIANO. Se lo puse como ejemplo de esta pluralidad. Fue oír esas dos palabras juntas y no veáis cómo gritó: “Que eso me lo había inventado. Que los socialistas no son cristianos, ni católicos ni nada que tengan que ver con la religión”. ¡¡De verdad, impresionante!! Por favor, leed, leed todo lo que podáis. En los libros está todo escrito, en los archivos de documentación… en la historia. Por favor, leed para que la IGNORANCIA no sea el motor de nuestras vidas. Le informé, también, de que en España existe El Grupo Federal Cristianos Socialistas del PSOE, y dirigentes y exdirigentes que conocemos, lo son. Por cierto, dos de las grandes personas que comulgaron con esta filosofía del Socialismo Cristiano fueron Martín Luther King y mi colega pedagogo Paulo Freire.
Otro de los temas que más odio está levantando entre la gente, es la nueva Ley de Educación, la llamada Ley Celaá. Os hablaría largo y tendido, os analizaría con lupa cada punto clave, pero sería darme contra un muro así que le daré una pequeña pincelada. Mucha gente empieza a tener una gran falta de respeto, de empatía y eso les hace más peligrosos. Es la octava ley que tenemos en España desde que comenzó la Democracia. Como pedagoga y maestra desde hace 33 años, esto ya se convierte en un suplicio cada vez que sale elegido un partido distinto. Pero esta vez lo han hecho mal, muy mal. ¿Y por qué? Primero porque es la primera ley que no ha sido consensuada por parte de los principales sectores de la educación como son los sindicatos y las comunidades educativas. Ni los AMPAS… nadie. Parece ser que es ahora, una vez firmada, cuando les están llamando para reunirse con ellos. No sé si va a tener mucho sentido. Por mucho que les digan, no creo que cambien nada de lo que ya está firmado. ¿Por qué no han sido convocados antes? ¿Por qué no han querido que estuvieran presenten, en la Mesa de Negociación, las partes más implicadas de la educación de España? ¿Se temían un alzamiento porque sabían, de sobra, que esta Ley iba a acarrear mucho rechazo? Pues así ha sido. Sí, sí. Aunque resulte extraño, está habiendo un rechazo, también, por parte de la Educación Pública. Es verdad que no es la gran mayoría, pero los hay. Y desde aquí quiero agradecer a mis amigos/compañeros maestros de la Pública que alcen también su voz ante este despropósito de ley. Es una Ley sin consensuar, en el peor momento de la democracia de nuestro país debido a la pandemia, cuando la mirada de la gente está en intentar salvar sus vidas, salvar sus puestos de trabajos, en buscar un plato de comida que poner a la mesa, cuando en los colegios estamos dando más del 100% para que se respeten todas las medidas de seguridad, para intentar que nuestros alumnos sigan aprendiendo, para que venzan sus miedos, sus angustias producidas por el coronavirus, para que vuelvan a sentir, a emocionarse, a ser felices, para recuperarles esa vida que el dichoso virus les ha mermado… esto, esto que han hecho deprisa y corriendo, casi a hurtadillas, mirando sus intereses políticos por encima de la verdadera ESENCIA de la EDUCACIÓN… esto, solo tiene un nombre.
Estamos asistiendo a una guerra dialéctica y política sobre la Educación. Y es que esta, no se tendría que politizar. Como Profesional de ella (también conocida como Pedagoga), pediría que las leyes educativas fueran consensuadas por todos los partidos políticos, que fuera una ley fuerte, estable, inamovible en la medida de lo posible, que no dependiera de los votos de las urnas, una ley redactada por los profesionales, por los que conocemos el día a día de las necesidades de los alumnos, de las familias. Fijaos la nula importancia que le dan a la educación cuando llevamos ya ocho leyes. ¡Ocho leyes con lo que implican todos los cambios! Pero esta última está generando tanto rechazo que se está imponiendo un clima de odio y se están olvidando de lo más importante.
Y segundo, porque la están utilizando como arma arrojadiza para sus propios intereses políticos. Miren ustedes (ya me produce risa la coletilla), educar no es adoctrinar. La educación comienza en las familias y ellos deciden qué tipo de educación quieren para sus hijos, qué enseñanza es la que está más acorde con sus valores. Tendría que haber un abanico de posibilidades para todo el mundo y no una “caja” única.
En estos días no se hace otra cosa que hablar de los privilegios de los Concertados, de la precariedad de la Pública. La crispación va en aumento. Hay un odio grande, por parte de un sector de la sociedad, a todo lo que sea religioso, incluidos los colegios y su educación. Pero miren ustedes (coletilla cada vez más afianzada), no todos los colegios concertados son religiosos. No todos los colegios concertados son elitistas (daos una vueltecita por los de mi barrio de toda la vida: USERA). No, señores. Ni todo lo concertado es elitista ni todo lo público es pobre como afirman muchos. Leed e informaos en dónde se encuentran los mejores colegios públicos, por ejemplo, de Madrid.
En realidad ¿sabéis cuál es, o debería de ser, el verdadero privilegio para los alumnos? ¡Tener los mejores maestros! Ese sería el privilegio.
He leído verdaderas burradas y sandeces sobre los maestros de la concertada. ¡Y no es justo! Primero, para ser Maestro hay que estudiar el Grado de Magisterio o la Diplomatura. Y los profesores tienen su licenciatura y, en algunos casos, hasta el doctorado. Hasta aquí todos somos iguales. Una vez finalizados los estudios (obligatorios para ser maestros sin ninguna distinción), algunos se decantan por la oposición para obtener una plaza fija de funcionarios. Alabo y admiro a los que la estudian. Tengo amigos que la aprobaron y ¡chapeau! Porque memorizar tantísimos temas es de admirar. Sí, sí, memorizar. En mi época, las oposiciones a Magisterio consistían en memorizar 15 temas de legislatura y 25 temas sobre la etapa a la que te presentabas. Desarrollar dos temas, defenderlos delante de un tribunal y, creo recordar, que exponer, también, una Unidad Didáctica. MEMORIZAR. Vale. Comprendo que es costoso preparársela pero… ¡¡¡Por favor!!! Una oposición no te hace ser mejor o peor profesor. Una oposición te garantiza el poder dormir tranquila todas las noches porque ya eres funcionaria con un puesto fijo para siempre (bueno y un sueldo mayor que el resto, pero esto lo entiendo). En la concertada, las oposiciones son cada día.
Pero es delante de tus alumnos, en una clase, donde se demuestra nuestra valía, donde se aprecia la verdadera vocación del maestro, donde se nos evalúa por nuestro trabajo. En la carrera no enseñan a diferenciar entre lo público, lo concertado y lo privado. Quien de verdad se precie de considerarse un verdadero maestro, debería estar por encima de todos estos discursos tan banales, de todas estas ideas que están utilizando para intentar enfrentarnos. Todos tenemos cabida. Por favor, démosles una lección, eliminando odios, crispaciones y sinrazones. El maestro es maestro allá donde vaya. Todos los dirigentes de nuestro país, de unos partidos y de otros, todos han pasado por manos de maestros y, curiosamente, muchos del gobierno actual lo han hecho en colegios concertados y privados. ¿Entonces? No entiendo nada. De qué le sirve a un colegio tener las mejores instalaciones, los mejores servicios, el mejor comedor si tiene un claustro con profesores desanimados, hartos, sin vocación, cansados, sin empatía y con una falta de respeto hacia el alumno. Lo que importa es el contenido, no el continente.
No os imagináis la indignación que me entra cuando escucho este tipo de conversaciones entre colegas: “esta noche me voy de farra y mañana llamaré al colegio para decir que no voy a trabajar porque me duele la cabeza. Total, no me pueden echar. ¡Ay “menganita”! qué tonta has sido al no haber querido estudiar las oposiciones. Vivirías como una reina”… en fin, que en todos los sitios cuecen habas y, afortunadamente, no todos hacemos lo mismo.
“No hay dinero para toda la Educación Pública”, dicen. Tampoco es que haya para la Sanidad Pública, la cual está en pésimas condiciones, y esto no creo que sea también por culpa de los colegios concertados. No quieran desvestir a un santo para vestir otro.
En España habría mucho dinero si tuviéramos: menos diputados, menos senadores, menos consejeros y asesores (¡¡por favor!!! ya solo el presidente del gobierno tiene cuatrocientos y pico asesores. O no tiene ni idea de gobernar o es un listillo y que trabajen los demás), menos subirse los sueldos, menos ministerios, menos dietas, menos sueldos vitalicios, menos tarjetas black y opacas, menos dinero en paraísos fiscales, menos gastos innecesarios y más que devuelvan el dinero todos los que han robado en España… ya veríamos si habría o no suficiente dinero.
Puedo entender que se quiera la Educación Pública para todos, Sanidad Pública, Igualdad… pues por esa regla de tres, y apelando a esta coherencia…¡¡Venga!!
¡¡¡Sus sueldos públicos para todos!!!
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