Representación final

Viernes, 21 de Octubre de 2011 Tiempo de lectura:

El sábado, 15 de octubre, teníamos el reto de la representación final. El trabajo de las últimas cuatro semanas debía cristalizarse en una hora de acción sobre el escenario. Acudimos a Bal Mandir antes de lo habitual, a las 8 de la mañana. Ya estaban esperando los todos los niños y niñas que iban a participar en la obra, y los demás también, porque les habíamos prometido que maquillaríamos a todos, actores y espectadores, ya que también el público, en varias escenas, tenía que bailar o cantar en voz alta. Aunque todos éramos conscientes de que lo más importante no era el resultado final, sino el proceso, estábamos un poco nerviosos.

Los elementos del utillaje estaban ya preparados, pero nos preocupaba el hecho de que no habíamos podido ensayar los bailes con cada grupo todo lo que hubiésemos deseado.

Resolvimos los preparativos finales de vestuario y maquillaje con mucha eficiencia porque, gracias a la experiencia de otros años, supimos organizarnos bien. No fue fácil maquillar a más de cien niños y niñas, vestir a más de veinte y ultimar algunos detalles del escenario y de la proyección de imágenes en menos de tres horas, pero nuestro equipo trabajó ordenadamente, y además tuvimos el apoyo de todos los niños y niñas de Bal Mandir, que eran conscientes de la importancia del evento, y se mostraron deseosos de colaborar con nosotros en todo lo que fuera necesario, para que la representación final fuera un éxito.

Y lo fue. Sin duda que lo fue. El público, compuesto en su inmensa mayoría por los propios internos, se mostró encantado con la función. Aunque conocían la historia, y habían ensayado todos los bailes, no sólo el que le correspondía a cada cual, la puesta en escena final tuvo muchos elementos de sorpresa para ellos. Más de cien niños y niñas de todas las edades permanecieron absortos contemplando el desarrollo de la historia.

También Roji, Lata y Nimi participaron en la representación. Cuando los monos Sarujan y Kajol, Mariana y Sonia en la vida real, lograron escaparse del zoo, se sintieron amenazados por el caótico tráfico de Kathmandu. En la pantalla de proyección aparecía el dibujo de la ciudad y varios coches que circulaban por la calle alocadamente, esquivando como podían a la pareja de monos. Entonces entraron en escena Roji, Lata y Nimi, en sus sillas de ruedas, empujadas por tres voluntarias, como si fueran coches, pitando y sorteando a Sarujan y Kajol, que ya no sabían dónde meterse. Las tres niñas, como si fueran conductores ebrios, no paraban de reírse de los monos en apuros.

En el momento en que ya parecía inevitable que los protagonistas de nuestra historia fuesen atropellados, toda la audiencia al unísono y en voz alta cantó: "Chuchu a chuchu a, chuchu a gua gua", y milagrosamente todo el tráfico se detuvo, lo que permitió a la pareja de enamorados caminar hasta Bal Mandir.

Cuando los niños y niñas vieron en la pantalla el dibujo de la fachada principal del orfanato que había hecho Ruth, aplaudieron y vitorearon con euforia. Con ese fondo, ocho menores de Bal Mandir, más los monitos Sarujan y Kajol, iniciaron su baile favorito: el rap del orfanato. Gracias a este baile los monos enamorados fueron aceptados por los internos, y con sus explicaciones, pudieron encontrar el camino que llevaba hacia los bosques de la montaña, el lugar en el que añoraban crear su propio hogar.

Por la tarde nos despedimos de todos los niños y niñas de Bal Mandir, también de Rebeca, su nueva directora. Hubo besos, abrazos y lágrimas. Como siempre, nos apenó mucho la despedida, pero al menos nos quedaba el consuelo de saber que pequeños y mayores habíamos disfrutado durante estas últimas cuatro semanas, y que podremos regresar el próximo año por Dashain.

Kathmandu, a 16 de octubre de 2011