El método Feijóo
Las elecciones gallegas envían un mensaje claro. El centrismo de las recetas y posiciones da réditos electorales. El cuarto éxito consecutivo de Feijóo y los excelentes resultados del BNG de Ana Pontón, que ha triplicado su representación, marcan la senda de presente y futuro inmediato a la política.
La cuarta mayoría absoluta encadenada por Alberto Núñez Feijóo en tiempos de multipartidismo, división de la derecha y cultura de la coalición es un insólito acontecimiento en Europa pero natural para los que conocen y entienden el hecho singular gallego. Un vez más, los análisis de los 'expertos' que nos ofrecían ayer los distintos canales de televisión a medida que se iban conociendo los resultados electorales de Galicia (y de Euskadi) volvían a errar en lo fundamental al interpretar los datos con la mirada opaca de Madrid.
Feijóo arrasa porque ha sabido encarnar mejor que nadie lo que desean y esperan de la cosa pública la mayoría de gallegos: identificación real con la tierra, flexibilización, comprender a los contrarios, relativización de los éxitos, galleguismo político sin agresión a lo español, liderazgo sin estridencias, eficacia en los hechos…
Nadie, ni un solo analista, dijo ayer algo tan importante como que hace 40 años Galicia ocupaba la decimoquinta posición en renta per cápita entre las 17 regiones españolas y hoy ocupa la séptima. Es decir, que con la democracia Galicia ha prosperado económica y socialmente, sin estridencias y sin perder su identidad.
Nadie, ni un sólo analista, dijo ayer que Feijóo, nacido en 1961, votaba al PSOE en los años ochenta del siglo pasado. Que nunca fue un exaltado. Que mamó el galleguismo en su aldea natal (Os Peares, Ourense). Y que las siglas del PP son hoy secundarias (aunque él nunca lo reconocerá públicamente) para Feijóo, porque hoy por hoy el verdadero capital político es él mismo al haber identificado su persona con Galicia. De ahí el lema de su campaña: ‘Galiza, Galiza, Galiza’, sin rastro de las siglas de su partido.
Tampoco nadie hizo mención al núcleo de la centralidad democrática del presidente gallego. Quien repitió una y otra vez en su campaña que apoya la opción alemana de gobierno en tiempos de crisis, es decir, unir la derecha y la izquierda en el gobierno, que en el caso español sería un gobierno de coalición (impensable, imposible en Madrid) PP-PSOE, PSOE-PP para unir en tiempos de crisis a las principales fuerzas democráticas en favor de la ciudadanía.
Sin embargo, los expertos analistas sí debatieron y elucubraron sobre el liderazgo de Feijóo en el PP lo que le “obligará –según ellos– a tomar el tren hacia Madrid”, pero por muy mal que esté el liderazgo nacional del PP –y los resultados de este domingo ponen a Casado a los pies de los caballos al señalarle como uno de los perdedores absolutos– Feijóo no irá a Madrid durante los próximos cuatro años porque su compromiso es con Galiza, Galiza, Galiza.
Las elecciones gallegas dejan también otro mensaje claro. El centrismo de las recetas y posiciones da réditos electorales. Si Feijóo representa el centro derecha, cerrando la puerta a Ciudadanos y desactivando políticamente a Vox, reivindicando un nacionalismo moderado, Ana Pontón, la nueva líder del Bloque Nacionalista Galego (BNG) también supo moderar su mensaje y hacerlo creíble y posible. Fue la otra triunfadora de las elecciones. Con ella el BNG alcanzó su mayor representación institucional histórica y su mayor cuota de votos para ser la futura alternativa a Feijóo dentro de cuatro años.


















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