La función social del autoritarismo
Reducir el coste del trabajo para las empresas es la razón principal por la que las clases dominantes sacan a la calle periódicamente a los perros del fascismo. Es decir, hacer a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. Amedrentar a los inmigrantes, haciendo que se sientan desposeídos de los derechos básicos como seres humanos y reducidos a estricta fuerza bruta de trabajo, es la fase previa para que aceptan cualquier retribución económica. Las repercusiones desde el punto de vista social también son atroces, las mujeres recolectoras de frutas y hortalizas deben entender que pueden abusar de ellas o ser violadas por los encargados de las explotaciones y sus señoritos de Málaga, Almería y Huelva. Los curiosos pueden consultar en prensa noticias recientes y pasadas de las reiteradas denuncias presentadas contra esos canallas biempensantes por las desvalidas mujeres acosadas. Muchas de las denuncias presentadas ante los tribunales tienen poco recorrido y son difícilmente sustanciables, porque las mujeres atacadas son inmediatamente despedidas y devueltas a sus lugares de procedencia. Otro llamativo caso de las insalvables dificultades con las que se encuentra la aplicación de la justicia en el capitalismo cuando tiene que actuar contra los de arriba. Para “estos asuntos intrascendentes” no existen comisiones rogatorias internacionales.
El efecto radicalmente perverso de este fenómeno, no solo afecta a los sectores donde se requiere mano de obra no cualificada y a los inmigrantes, muchos trabajadores cualificados procedentes de los países del Este europeo, también del próximo y extremo Oriente, asimismo sucumben ante las amenazas de los partidos de extrema derecha y arrastran en esa caída a sus homólogos españoles. El coste del trabajo del personal cualificado y altamente cualificado para las empresas se va reduciendo desde hace algunos años, y vertiginosamente en la actualidad. Ya que al eficacísimo impacto que produce sobre el mercado laboral de cara a reducir el valor del trabajo un paro crónico por encima del 12 por ciento, últimamente se suma el esfuerzo de los ultra reaccionarios. Si algún ingenuo confía en que la mano invisible del mercado va a resolver el problema, está arreglado, la mano invisible del mercado que es la mano cruel de las grandes empresas y los grandes bancos sólo tiene una receta, reducir el coste del trabajo para que la oferta se adecue a la demanda. ¡Qué bonito!
Tratar de reducir con saña los derechos de las minorías, que mira tú por donde son la inmensa mayoría, ya que minoría son las mujeres más del cincuenta por ciento de la población, los pensionistas, los inmigrantes, los colectivos LGTBI, los jóvenes desconcertados, los enfermos y personas con discapacidad, podría suponer un importante ahorro en las cuentas de las administraciones y empresas. Aligerar los gastos de sanidad, vivienda y servicios sociales supondría un enorme incremento de la infelicidad de los más desvalidos, de reducir sus ya maltrechos niveles de bienestar y salud. Ya que es mucho más fácil hacerles a todas y todos ellos responsables de las deficiencias en el sistema de protección social, generalmente provocadas por una mala gestión administrativa y una insuficiente asignación de los recursos. Por el contrario habría mucho más para repartir entre los de arriba, no solo reduciendo los impuestos que casi no pagan, las grandes corporaciones, las SICAV, con sus consentidos trucos fiscales, en muchos casos promovidos desde la propia administración fiscal, si no también destinando recursos inmensos para la ejecución de obras insensatas e inútiles para el conjunto de la sociedad, pero muy útiles para grandes empresas y políticos afines. La relación exhaustiva de tales desmanes es casi imposible de cuantificar, y va desde los aeropuertos sin aviones (Castellón y Ciudad Real), hasta los hospitales públicos y autopistas pagadas a precios escandalosos a las grandes constructoras (Madrid y Galicia) y los trenes y metropolitanas hacia la muerte (AVE a Santiago y metro de Valencia). Recientemente las más altas instancias judiciales del Estado han abalado los despidos justificados por las empresas a coste cero, en el caso de que se trate de reiteradas bajas de enfermedad, por más reales que éstas sean. Verdaderos tipos infames y medievales esos empuñetados y puñeteros jueces, siempre a las órdenes de los que mandan. Aún confío en que la autoridad judicial europea les ponga en su sitio, como en otras tantas ocasiones anteriores.
En fin, que los neonazis centroeuropeos y los neofascistas italianos, griegos y españoles no han entrado en la escena pública con tanta fuerza por casualidad, los poderes reales y sus medios de comunicación afines los disfrazan, financian y ensalzan porque los beneficios de retorno serán cuantiosos. Para que comprendan que estos polvos ya trajeron lodos sangrientos en tiempos recientes , a los despistados les recomiendo la lectura de una novela que relata hechos cabalmente documentados sobre el apoyo inmediato y decidido del gran capital financiero e industrial alemán ( Siemens, Krupp, Thyssen, Basf y todas las demás) al ascenso fraudulento al poder del sicópata austriaco Hitler. El orden del día, de Éric Vuillard, Editorial Tusquets 2017.
Fernando Ferro / enero 2019
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.179