Desenchúfate, conéctate a ti
El otro día me di una vuelta por una tienda de informática para comprar unos regalos. Fue como pasear por el laboratorio de una película de ciencia ficción. Me quedé impresionada con tanto cachivache. ¡No son cachivaches!, me dice mi hijo. Pero todos estos artilugios cibernéticos resultan tan deslumbrantes como una locomotora para un niño de la selva. Aún recuerdo la enorme máquina de escribir negra que había en el trabajo de mi padre. Cuando jugaba con ella me parecía que el estruendo producido por las varillas de las teclas al chocar contra el rulo del papel, formaban parte del proceso de escribir. En cambio, al posar ahora los dedos sobre las teclas de un teclado inalámbrico, me decepciona no escuchar ni el más leve susurro.
Por otro lado, lo que más me gustan son las gafas 3D. Ya las he probado alguna vez en algún museo adaptado a la era tecnológica. Es fascinante poder pasear entre dinosaurios, o por el zoco de una ciudad árabe en la antigua Al Andalus. Sinceramente, tanto mis alumnos como yo agradecemos esta sensación envolvente. Estoy convencida de que hace encajar en la cabeza muchas de las enseñanzas que trabajamos. Instalaría una en mi clase.
Supongo que sacarán pronto el traje multisensorial que usan en la película Ready Player 1. El protagonista conoce a una chica durante un juego on line. Aunque desconocen su verdadera identidad ya que ambos son avatares, él le propone una cita en la vida real. Cree estar enamorado de ella, porque cuando bailan juntos, el traje le transmite las caricias como si fuera su propia piel. Es posible que llegue el día en que estemos tan desconectados de la realidad que prefiramos jugar durante horas a estos juegos de inmersión casi total.
Me aterroriza la idea de que todo sea un mátrix, y que vivamos en una vida inventada por un programador informático. Palpa tu nuca y detecta el agujero. Lamento decirte por si no recuerdas la película de hace veinte años, que ningún pliegue de su piel les hacía sospechar que estaban enchufados. Quizá no haga falta que llevemos ningún cable porque hay wifi por todos lados y los vampíricos logaritmos espían cada click de nuestro portátil ahora mismo.
Te invito a desenchufarte. Quizá no debas terminar de leer este artículo. Apaguemos la tele, el ordenador y el móvil. Sentémonos en el sofá a no hacer nada. ¿Cómo se hace? ¡Me aburro! – se queja mi hija esta vez. Siéntate. Escúchate. Sal al parque más cercano. Huele el verde. Tócalo. Escápate a la sierra y abraza a un árbol en la intimidad del bosque. Escucha la chicharra de tu interior y deja que se confunda con el sonido de la naturaleza.
Llegados a este punto, será mejor que les compre una tienda de campaña.
Miguel | Viernes, 20 de Diciembre de 2019 a las 12:19:21 horas
Deus ex machina ..
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