“Sobre Aserpinto”, por Reyes A. Martínez (Pinto)

Desde la perspectiva que me proporciona el tiempo, me encuentro preparada y dispuesta para dar mi visión sobre Aserpinto. Llevo siete años largos trabajando aquí, he tenido la oportunidad de conocer o padecer la dictadura impuesta por los sucesivos gerentes y, desde luego, resulta difícil elegir al peor.

En una primera etapa lo podríamos denominar “Aser-Abu Gharaib”, dónde una pareja de dobermans hembras infringían discriminaciones, humillaciones, vejaciones y malos tratos a algunos de los trabajadores, entre los que me encontraba yo.

En la segunda etapa le va bien el nombre de “Aser-Chicago años 30”, donde la ley y el orden están impuestos por una auténtica mafia que se reparte los sueldos, dándose la paradoja de que entran administrativos, sin ninguna cualificación, que tienen un sueldo un 50% mayor que, por ejemplo, yo. Sigo siendo la única administrativa que queda en Aserpinto, y sin cometido concreto, los demás son jefes de algo, con las consiguientes subidas de sueldos, y se sigue manteniendo ese sistema injusto porque algunos de los que estamos aquí “no sabemos trabajar ni somos de fiar”. Hablo por mí, o sea, que no pertenecemos a la misma “familia”.

Ahora estamos en el “Aserpinto-Bronx”. Aquí hace dos años que cada uno hace lo que le da la gana. Se han subido sueldos y categorías a gogó, como en una tómbola y, según el presidente, con el conocimiento de los sindicatos. Se han ocupado plazas o se han creado nuevas sin salir a concurso, se cambian a los trabajadores sin ninguna explicación, y yo (ahora voy a emplear el pronombre personal), que últimamente no sé en qué departamentos estoy (ellos creen que en el de prejubilada), desempeño mi trabajo en un metro cuadrado, porque no dispongo ni de la mesa entera en el departamento de Informática.      Aquí se presume ahora de claridad total, pero si se le pregunta a algunos consejeros y al comité si saben algo de esto te contestan que no. ¿Quién miente?

El pequeño consuelo que tengo es que, por ahora, he visto salir a casi todos, pero es insatisfactorio porque sigo ganando lo mismo que cuando entré y mi dignidad está por debajo del sueldo.