Pinto celebra este 2019 el trigésimo aniversario del nacimiento del Coro Municipal. Este coro debe su existencia a un grupo de padres que decidió esperar cantando a que sus hijos salieran de sus clases de solfeo, guitarra o clarinete, en la Escuela de Música, allá por el año 1989.
El coro está formado a día de hoy por más de 40 integrantes. Algunos de ellos son pura historia viva de la agrupación: han formado parte de ella desde sus inicios. Es el caso de María del Prado Gómez, una de sus fundadoras. María cuenta que el coro “alegra el alma”. “No he faltado ni un solo día desde que se formó el coro por lo satisfactorio, bonito y agradable que me ha parecido”, declara.
Muchos de los integrantes del coro admiten su absoluto desconocimiento, al principio, sobre la música, reconociendo la “indispensable” labor de la primera directora del Coro de Pinto, Raquel Vázquez y de Emilio Infante.
“Raquel nos inculcó ilusión y ganas. Yo ni sabía que tenía aptitudes para el canto”, relata Susana Pérez, otra de las precursoras del coro.
“Llevo aquí la tira de años. Un día pasé por uno de los sitios donde ensayaba el coro, no debía llevar formado un año. Les vi cantar y directamente me metí”, cuenta con sorna Carmelo, que ha pasado “de no saber nada de música” a “llegar a cantar casi bien”.
Para el actual director, Emilio José Esteve, todo el mundo puede tener aptitudes para formar parte del coro. “El único requisito es tener un poco de oído y compromiso, de la voz y de la educación musical ya nos encargamos en los ensayos”, dice.
Una familia | Pero sin duda, el principal motivo por el que casi medio centenar de pinteños acude a ensayar todas las tardes de los lunes y los miércoles al edificio de la Escuela de Música es el segundo hogar que han creado alrededor del coro. “Somos una familia. Nos preocupamos los unos por los otros. Te hace ilusión el compañerismo que hay”, comenta Anastasia Rodríguez.
“El coro es una manera de relacionarse, de no encerrarse en casa y de salir de la rutina del trabajo. Vienes al coro y te cambia todo”, añade Esteban Ruiz, uno de los últimos vecinos en sumarse a la familia del coro. “Aquí preparas todo con mucha intensidad, generas otro estrés, un estrés agradable. Sacas el tiempo de donde no lo tienes porque al final los resultados y la satisfacción que te produce formar parte de esto son muy buenos”.
Evolución | Desde sus inicios en 1989, el coro ha pasado por diferentes etapas. Durante la época de bonanza de los Ayuntamientos se hicieron intercambios, convenciones y encuentros corales. Así, el coro de Pinto ha cantado en Roma o Lisboa, actuaciones que sus integrantes recuerdan con orgullo, pero también han viajado por todos los rincones de España y actuado hasta en cuatro ocasiones en el Auditorio Nacional. Ahora, el coro municipal, pese a la austeridad económica, sigue alcanzado grandes logros.
Para los miembros del Coro es difícil elegir su momento más bonito como coralistas.
“Actuar en otros países, por las personas que conocimos durante los viajes”, recuerda Mari Luz Flores.
“En el concierto que dimos en el Convento de las Capuchinas, cantando una nana vasca. Tuve que parar, no podía seguir cantando –cuenta Susana Pérez, con los pelos de punta y los ojos iluminados al recordarlo-. Ninguno de los que estábamos allí sabíamos que éramos capaces de hacer eso. De repente te ves en una iglesia, con una acústica maravillosa, cantando y dices: pero bueno, cómo puede ser esto. Qué bien sonamos, qué bien funciona”.
“Del coro lo que más me gusta es esa sensación de que estamos todos al unísono haciendo algo grandioso aunque sea muy humilde”, añade con una tímida sonrisa María.
Para el director, Emilio, los dos grandes hitos de su etapa en el coro han sido sus versiones de ‘Réquiem’ de Gabriel Fauré y su actuación de ‘Carmina Burana’. “Estas obras no son nada fáciles de cantar para un coro amateur, formado por personas que no son profesionales”, explica Emilio.
Emilio José Esteve | Originario de Elche, en Alicante, Emilio José Esteve nunca se imaginó que acabaría viviendo literalmente entre Pinto y Valdemoro. Director de los coros de ambos municipios en la actualidad, combina esta labor siendo profesor de música en un conservatorio privado en Madrid.
Aunque podría mantenerse sólo de uno de sus tres trabajos, reconoce que vivir de la música es “un sueño de pocos”. “Es complicado. Hay que trabajar mucho y muy duro. Nadie regala nada”, declara. Pese a las dificultades, la música es para el director “una forma de vida”.
Desde que llegó a Madrid para estudiar en 2007, la vida de Emilio ha dado muchas vueltas. En 2010 empezó a dirigir su primer coro, la “Asociación Voces del Retiro”. Tras recibir una beca, viajó a Londres para seguir estudiando música a principios de 2013. Allí dirigió también un coro de la cadena John Lewis and Waitrose. Cuando volvió, a finales del mismo año, empezó a dirigir el coro de Valdemoro y desde finales de 2016 el coro municipal de Pinto.
Pinto ha significado para Emilio una “evolución”. “Cuando llego a un sitio, me propongo intentar dejar mi sello, ponerle esa chispa que a veces se pierde. Yo soy una persona que piensa que muchos años en un sitio te pueden llevar a caer en una monotonía. Siempre hay que estar innovando, buscando nuevos repertorios”, dice.
Sin embargo, las actuaciones no sólo las definen los repertorios, también la calidad del grupo. Por ello, Emilio intenta combinar la vitalidad de los jóvenes con la calma de la gente más adulta y la experiencia de los más veteranos -pese a que su voz esté en un ocaso vocal-. “Un coro si no está unido no suena. Por muy bueno que seas, si no consigues transmitir algo al público, el coro no suena”, explica el director.
Escolanía | 2019 ha sido un año importante para el coro. En enero se puso en marcha la denominada “escolanía municipal”, un coro para niños. Por ahora, la escolanía cuenta con ocho componentes, todos ellos estudiantes de Primaria: Zaira Alejandra, Natalia, Ángela, Marcos, María, María Camila, Alba y Alejandro. Los jóvenes coralistas se estrenaron actuando en el concierto homenaje por los 30 años del Coro Municipal de Pinto que se celebró el 15 de junio y que llenó el aforo del teatro Francisco Rabal .
Los niños se declaran encantados con la escolanía, una actividad que combinan con otras extraescolares como baloncesto, baile, ciclismo, inglés o teatro. Cuando se les pregunta si se lo pasan bien en el coro, responden al unísono un “¡Sí!” entusiasmado. Les apasiona cantar y animan a más niños a compartir esa pasión participando en el coro con ellos.
“Mi objetivo por ahora es seguir mejorando el proyecto de la escolanía. No lo tomo como un proyecto sólo del Ayuntamiento, sino personal. Es importante que funcione para poder dejar el día de mañana una cantera en funcionamiento que nutra al coro y siga otros 30, 40 o 100 años más”, dice Emilio.
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