El último baile
“Queda una canción. El equipo está al límite de las fuerzas, pero hay que bailar la última”. Decía –dicen que decía– Lucas Mondelo tras la grandiosa y enésima victoria ante Serbia, esta vez en su propia casa. Era el preludio de lo más difícil: volver a vencer a Francia –siempre favorita, siempre derrotada por las españolas– en una final. Pero no hay límites para este equipo, un ejemplo de competitividad y buen juego.
En esta edad de oro del deporte español –la semana anterior los chicos de la selección sub 21 de fútbol se proclamaron campeones de Europa por quinta vez– plagado de excepcionales campeones (Rafael Nadal, Mireia Belmonte, Carolina Marín…) probablemente no haya otro equipo como esta selección femenina de baloncesto que no se cansa de ganar, muchas veces contra pronóstico. Y en este EuroBasket 2019, sin sus dos mejores jugadoras, Alba Torrens y Sancho Lyttle, lo han vuelto a repetir porque el grupo es mucho más grande que la suma de sus integrantes. Es una delicia ver jugar a España. Y es que el equipo de ese gran motivador y mejor seleccionador que es Lucas Mondelo gana jugando un baloncesto de maravilla.
Entre la docena de guerreras españolas hay pocas atletas excepcionales, si atendemos al físico, y por eso parece que desafían al mundo y a la lógica. Pero este extraordinario equipo juega el mejor baloncesto que hoy podemos ver, por movilidad y anticipación defensivas y juego sin balón y circulación en ataque. A fuerza de ampliar sus límites dejaron de creer en imposibles.
Y así ayer estas bailarinas excelsas han conseguido para España su cuarto oro europeo, la séptima medalla consecutiva de este grupo de leyenda, convirtiéndose además en el primer equipo desde 1991 en revalidar la corona continental.
Si echando la vista atrás –pongamos sólo medio siglo atrás– a la España actual, a la sociedad española en general, no la conoce ni la madre que la parió, esto en deporte se multiplica por cien y en deporte femenino por mil. ¿Quién iba a soñar hace sólo 50 años que en el primer cuarto del siglo XXI la selección española de baloncesto sería la segunda mejor del mundo, sólo por detrás de las ‘marcianas’ norteamericanas? Además del oro de ayer, la mejor jugadora del torneo fue una española, Astou Ndour, y en el cinco ideal continental figuran dos españolas, la propia Ndour y Marta Xargay. A ellas se suman el magisterio de Laia Palau (casi 40 años), la fuerza, garra e inteligencia de Laura Nicholls, Silvia Domínguez, Laura Gil, Ana Cruz, Cristina Ouviña…
Y así estas artistas nos han vuelto a enamorar con la conquista de su último baile en el Stark Arena de Belgrado. Los dos conjuntos bailantes, España y Francia, comenzaron un lance anotador trepidante. En menos de dos minutos Xargay ya había inscripto tres triples y en el primer acto España había roto el marcador con 32 puntos. Las danzantes españolas acompasaron el ritmo serenamente, siguiendo los pasos en un acto de confianza total, obedeciendo con suavidad a la síncopa seductora, al compás del son del partido. Sus movimientos iban configurando una danza floreciente marcada por el pulso sosegado de unos organismos que se saben en secreta unidad. Y es que llevan muchos bailes dialogando así, en un lenguaje elocuente cargado de claves que se descifran unas a otras en una cadena que nadie consigue identificar, pero sí sentir.
Cuando un conjunto baila así, es porque se ha olvidado de que está bailando y le han abierto espacio a un histórico torrente de lágrimas, risas, cantos y batallas para que sea toda una vida deportiva juntas la que baile por todas. Y cuando ya no puedan bailar más –tempus fugit– nos quedaremos con las imágenes, con el ejemplo, con la lección. Enjugaremos las lágrimas de la emoción y la nostalgia y recordaremos con dilección y ternura las gestas de semejantes danzarinas. Con gratitud... para siempre. Ubi concordia, ibi victoria (donde está la unidad, está la victoria).
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