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César Heredero Nogueroles

La última escena

Martes, 28 de Mayo de 2019 Tiempo de lectura:

El domingo, 26 de mayo, hemos asistido a la última escena de la obra “Elecciones de 2019”.

 

Y digo última escena porque desde mediados de abril hemos tenido ocasión de asistir a las primeras y a las medianas que han protagonizado todos los partidos que se presentan a los comicios. Hemos escuchado impávidos las mentiras que nos han dicho todos los partidos durante la campaña electoral. Todos, sin excepción. Porque todos están atrapados en la tupida red de intereses creados que les impiden realizar la mayor parte de las cosas que nos dicen en los mítines. O a lo mejor nos las dicen sin tener la menor intención de realizarlas, que también puede ser….

 

Pero, ¿por qué nos cuentan tantas mentiras y cosas sin fundamento?  Porque de político se vive muy bien y se trabaja muy poco. Se cobra un buen sueldo del Estado si se es elegido y, si no, del propio partido, que para eso existen unas cuotas de afiliación, mejoradas, también a cargo del Estado, con subvenciones según los escaños obtenidos. Y eso que estoy presuponiendo que todos los partidos son honrados y que no existen corruptelas….

 

Definitivamente, la actual democracia que conocemos en la mayoría de los países de nuestro entorno, es una tomadura de pelo. Quizá, en los primeros años del pasado siglo, cosa que dudo, estuvo pensada con buen intención. Y digo que lo dudo porque en esos años la mayoría de las personas que hicieron uso de esa democracia sabían, solo y malamente, leer y escribir, y esa circunstancia debería haber sido tomada en cuenta.

 

Por eso se inventaron sofisticados  y complicados sistemas electorales. El paradigma de la democracia: “una persona, un voto”, quedó solo en eso, en una frase. Con alguno de esos sistemas, por ejemplo el nuestro, se produce el hecho de que un partido con mayor número de votos que otro, tiene menos representantes que el segundo porque  esos votos han sido obtenidos en circunscripciones menos pobladas.

 

Hay que acabar con esta democracia anticuada, del siglo pasado. Hay que hacer realidad lo de “una persona, un voto”, viva ésta en Madrid o en Cuenca. Eso sí, en mi opinión esa persona debería contar con una formación mínima. Si no, como si fuese un menor de edad; se quedaría sin votar. Hoy en día existe suficiente tecnología para conocer y controlar esta circunstancia. E, indirectamente, esto ayudaría también a que las familias se preocuparan de educar a sus hijos desde su niñez para que tuvieran los mismos derechos que los demás.

 

Otra cosa que se debería hacer es acordar que los diputados, senadores, concejales, etc., etc., cualquier político, en suma, no perciban más que el salario medio de los españoles sujetos a nómina y con los correspondientes descuentos. Y no se me diga que el trabajar por los demás debe estar bien remunerado. Hay médicos, sacerdotes, cooperantes, misioneros,… mucha gente que trabaja por los demás y no cobran ni el salario mínimo. Y siguen desempeñando esos puestos de trabajo por los demás. Sin embargo, en ninguno de los países de nuestro entorno ningún partido, ni de izquierdas ni de derechas, ha propuesto bajarse las retribuciones en ninguna legislatura, ¿por qué será?

 

También se debería acabar con la denominada “disciplina de voto”  Eso convierte a la mayoría de diputados del Congreso en “palmeros”. Tienen instrucciones concretas de votar afirmativamente lo que hayan propuesto los diputados de su partido y negativamente las propuestas de los otros, independientemente de que estén o no de acuerdo con esas propuestas. Y aplaudir los discursos de sus diputados y patear los de los demás. Y más del ochenta por ciento de todos los diputados no han experimentado lo que es hablar desde la tribuna de oradores. Eso, sin lugar a dudas,, no es otra cosa que amputar de los diputados el concepto de “conciencia”. Da igual que lo consideren bueno; como les han ordenado que voten en contra, eso hacen, independientemente de que su conciencia les diga otra cosa; porque ellos deben de tener “disciplina de voto”. Y aquellos que les han dado instrucciones de qué es lo que tienen que votar, solo es un grupo de muy pocas personas. ¿Es esto democracia? Yo creo que no, que es una dictadura colegiada.

 

Cambiemos las normas. Adecuémoslas a los tiempos que corren. Cambiemos aquello que haya que cambiar. Por ejemplo, la Constitución. Un ejemplo;  redactan un artículo, el 47 para ser más concreto, en el que el Gobierno se debe de preocupar de que todos los españoles tengan un alojamiento digno y luego, más adelante, dicen que el país es una economía de libre mercado y todo se puede vender al precio que pongan sus propietarios. Sin excluir las viviendas. No es serio. Habrá que modificar la Constitución. O suprimir el artículo 47 o corregir el del libre mercado

 

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