Multitarea, don Miguel entregó su vida a Pinto sacando muelas, dando puntos, poniendo escayolas, como radiólogo y forense.
Don Miguel Parra, el conocido y querido practicante de Pinto, nació el 28 de marzo de 1933 en Vilches, un pequeño pueblo en la provincia de Jaén. Sin embargo, sus orígenes andaluces jamás harían sombra a “su todo”, Pinto, donde, junto a su familia, pasó el resto de su vida, hasta su fallecimiento el pasado 9 de marzo.
Llegada a Pinto | En el año 1954, la familia de Miguel decidió mudarse desde Andalucía a Pinto para estar cerca de uno de sus hermanos, que se había ido a estudiar a Carabanchel. Miguel se uniría a su familia después de terminar el servicio militar, trabajando junto a su padre, Don José Parra, como practicante, lo que siempre había querido ser.
Miguel comenzó el oficio de practicante -lo que actualmente se conoce como enfermero- en Pinto en el año 1955. En ese momento, el equipo sanitario de la localidad estaba formado por los médicos Eduardo Palanca y Miguel Marín; su padre, el practicante José Parra y la matrona Doña Manolita. Miguel trabajaría mano a mano con su padre hasta que consiguió una plaza en la Seguridad Social.
Visitas entre el barro | En aquel entonces, Pinto era conocido como “el pueblo de barro”. El municipio, que apenas tenía 3.000 habitantes, carecía de infraestructuras viarias y cuando llovía el agua se acumulaba muchas veces en la vía pública formando barrizales.
Este barro lo recuerda bien el hermano de Miguel, José Parra. “Miguel iba a visitar con su moto ‘Lube’ a los pacientes y la moto se atascaba en las calles llenas de barro. Tenía que parar para quitar el barro de las ruedas porque la moto dejaba de andar”. En un solo día, Miguel podía hacer hasta cien visitas, casi todas con un mismo final: la inyección. “Iba de casa en casa poniendo inyecciones”, relata José, “la de practicante era una profesión muy dura, pero a Miguel le gustaba y la hacía con mucho cariño”.
Miguel tenía una dedicación completa a su trabajo. Incluso a finales de los años 60 cuando se rompió una pierna, no pudo quedarse parado. “Él no se podía quedar en casa con la pierna rota. Cogía la moto y pasaba consulta con la pierna escayolada”, cuenta su hijo, José Alberto Parra Jimeno.
De las igualas a la Seguridad Social |En el último medio siglo la evolución de la sanidad y la atención primaria ha sido espectacular. Don Miguel fue protagonista y parte de este “tremendo vuelco”, en palabras de su hermano José, que sufrió el servicio.
Los Parra comenzaron trabajando a través de las llamadas “igualas”, un convenio entre médico y cliente por el que se pagaba una cantidad fija a cambio del servicio. Por entonces, la casa de los Parra parecía una fonda: “cuando alguien tenía un accidente, una pierna rota o cualquier herida, iba a casa del practicante”, narra José. “Antes los practicantes no tenían horas de descanso. Tú te acostabas, pero sabías que a las cuatro de la mañana podían llamarte y tenías que levantarte para ir poner una inyección, curar algo, asistir a un parto o incluso quitar una muela”.
De practicante, Miguel pasó a ser Ayudante de Técnico Sanitario (ATS) y después enfermero. Como explica su familia, Miguel tenía “una cabeza privilegiada” y no tuvo problemas en estudiar los exámenes que le otorgaron los diferentes títulos, llegando a conseguir la acreditación como radiólogo. A pesar de que las “igualas” fueron desapareciendo, Miguel siguió visitando a algunos pacientes -incluso después de jubilado-, compaginándolo con su trabajo en la Seguridad Social por las mañanas y su trabajo por la tarde en Asepeyo, una mutua de accidentes de trabajo y enfermedades. Parra trabajó junto a los doctores Miguel Martín y Eduardo Palanca en la antigua Casa del Médico, ubicada en la calle Alfaro y en los primeros ambulatorios de pinto en las calles Pajar y Emilio Zubiría.
De hecho, Miguel Parra junto al doctor Eduardo Palanca, fueron los pioneros en la instauración de la conocida Seguridad Social en Pinto. Juntos, médico y enfermero, montaron un local con unas instalaciones más acordes y mejor dotadas de material sanitario para un Pinto en constante crecimiento.
Don Miguel para su familia | Según su familia, Don Miguel, siempre puntual, era un hombre de ideas claras y fijas. “No le veías nunca con el pelo largo, iba con corbata, trajeado. Le gustaba vestir bien y no tenía vaqueros”, relata con una sonrisa su hijo José Alberto, que recuerda lo mucho que su padre quería a su familia. Hasta el último mes de su vida, cuando su cáncer de próstata se complicó, Miguel Parra se levantaba todas las mañanas, se ponía su corbata e iba a por el periódico y a desayunar.
Apasionado de la caza, le gustaba también el fútbol y, si bien era del Madrid, veía todos los partidos sin discutir. Con crucigramas, sudokus y viendo programas como ‘Ahora Caigo’ o ‘Boom’, pasaba las tardes con su hermano José, que no podía evitar quererlo. “Hacia las nueve de la noche, me iba de la casa de mi hermano y él me decía: ‘Estoy deseandito de que llegue mañana para que vengas otra vez”, recuerda emocionado. “Mi hermano me marcó mucho. Yo le he llorado mucho. Le he tenido muy cerca, cada vez que le recuerdo…Yo era su bastón de apoyo”.
Pinto | Los Parra decidieron quedarse en Pinto. Desde los padres de Miguel hasta los bisnietos de éstos, Pinto se ha convertido en su hogar. Como dice Laura Parra, hermana de Miguel, “a mí que no me echen de aquí”.
Su hijo, José Alberto, dice que para su padre Pinto “lo era todo”. Y su todo, su pueblo, no le dio la espalda cuando falleció el pasado 9 de marzo. “El tanatorio estuvo todo el día lleno. La iglesia también estaba a reventar. Nos estaban esperando muchos vecinos cuando llegamos al cementerio”, cuenta José, recordando lo bonito y triste que fue aquel día, en el que Pinto dio el último adiós al “hombre de la jeringuilla”.
Maria Jose | Miércoles, 10 de Abril de 2019 a las 00:07:31 horas
Que pena cuando lo he visto esta mañana, la cantidad de inyecciones que nos habra puesto a mi hermano y a mi, con su santa paciencia porque no es que montaramos numerito pero no dejabamos de ser niños con nuestro miedo a las inyecciones, aunque era pequeña no recuerdo que se alterara, Don Miguel junto con todos los nombrados mas Jose el fotografo son personas de mi infancia.
Descansa En Paz compañero ahora yo tambien soy enfermera y seguro que estes donde estes seguiras ayudando es tu sello, un abrazo a su familia.
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