El pinteño, de 32 años, que lleva desde los 11 años dedicándose a lanzar el diábolo al cielo, sigue decidido a crecer como malabarista.
Daniel Blasco, natural de Pinto, tenía apenas 11 años cuando se hizo con su primer diábolo. En una mudanza, apareció un pequeño diábolo y se lo llevó a casa. Para Daniel, aquel objeto era un juguete más. De pequeño, solía ir con sus amigos al parque del Crespo a jugar al fútbol, a la peonza y, cómo no, al diábolo. No fue hasta cumplir los 17 años cuando el peso de aquel instrumento en su vida dio un giro.
A partir de un programa municipal, Pacto por la Noche, empezaron a desarrollarse diferentes actividades en Pinto todos los fines de semana: break dance, teatro, lectura, circo…Fue allí donde Daniel conoció a un grupo de chicos de Getafe que se dedicaban a hacer malabares. Daniel y sus amigos eran sus “alumnos aventajados”, aquellos que ya sabían hacer bailar al diábolo. Uno de los chicos les explicó los “secretos” del instrumento, dónde comprar los mejores diábolos.
Desde ese momento, su rumbo cambió. El pinteño no dejó de esforzarse en otras áreas – realizando estudios para técnico audiovisual -, pero el diábolo se convirtió en su compañero, en su pasión. “El diábolo me ha dado mucho más como compañero de baile y ayuda a la meditación que como profesión o actividad artística. Es una experiencia mucho más conmigo mismo”, narra Daniel. Para él, cuando juega con el diábolo de manera meditativa “los problemas desaparecen”. No obstante, también piensa en él de manera pragmática, como un productor.
Alemania | Su vida profesional como malabarista cambió en el país germano. Daniel, que llevaba en Alemania desde 2008 por trabajo, dio su salto al mundo profesional del diábolo a principios de 2017, cuando tuvo la ocasión de actuar en un teatro de variedades. “Empecé en Frankfurt con artistas de primera línea – explica Daniel -. Fue todo un privilegio. Poco después de eso, empecé a actuar de vez en cuando en Alemania”.![[Img #21614]](upload/img/periodico/img_21614.jpg)
Los teatros de variedades, en Alemania y en otros países de Europa, con un espectáculo detrás de otro, brindan a los artistas escénicos oportunidades que no encuentran entre las fronteras de España. “Tener una sola especialidad en el mundo del circo en España es muy difícil. Te exigen un programa de larga duración, 45 minutos, una hora de espectáculo. Tienes que ser multidisciplinar”, narra con cierto resentimiento Daniel. Para él, el ser multidisciplinar entra “en conflicto con trabajar mucho en una sola disciplina”.
Fue también en Alemania donde aprendió el término ‘Nebenjob’, “empleo adicional”. “En Alemania, uno puede tener un segundo trabajo que hace con profesionalidad, aunque no sea el que te da de comer. Es una segunda profesión. No hay nada de malo en eso – narra el pinteño con una sonrisa - En España, cuando uno tiene una segunda profesión… La gente lo cuestiona un poco. Piensan que estás perdiendo el tiempo, que no estás poniendo todas tus energías en lo que tienes que hacer”. Sin embargo, Daniel no se resigna a que esta perspectiva se implante también en España.
Misión | El objetivo como artista de Daniel es “sacar el diábolo del cliché que tiene”, de que se deje de ver como un “juguete antiguo” y de “vida bohemia”. “El diábolo tiene un estereotipo de arte marginal, de actividad que sólo puede hacer un hippie”, dice Daniel. Como él mismo explica, en Asia es un juego tradicional, que no se relaciona con el circo.
Su segundo objetivo “es lograr oportunidades en espectáculos dentro y fuera de España. Darme a conocer entre los directores y productores”, Daniel aún no descarta vivir de esto.
Perspectiva de futuro | Actualmente terminando Publicidad y Relaciones Públicas, Daniel dedica entre 15 y 20 horas semanales a entrenar su arte, ya sea lanzando el diábolo o preparándose físicamente. Su número de 8 minutos “es una mezcla de técnicas europeas y asiáticas”. Como él dice, tiene “un gusto muy particular, con una mezcla de jazz, rumba flamenca con Paco de Lucía, y una estética más urbana”.
Por ahora, Daniel quiere disfrutar de sus amigos y familia en España. Sin embargo, no le importaría volver al país germano en el futuro. “Estaría muy bien volver a Alemania como publicista, técnico de marketing o artista escénico”, dice el malabarista.
Got Talent | Daniel, aún a expensas de saber si ha pasado a semifinales, cuenta que su objetivo al meterse a Got Talent era “poder llegar a más gente” con su arte. “Los malabaristas somos gente que nos juntamos generalmente con los de nuestra comunidad – explica Daniel –. El resto nos conoce únicamente cuando actuamos. No tenemos nombre, no tenemos seguidores”. Todo su trabajo se puede seguir en Instagram.


















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