Este año se ha vuelto a repetir. Los vecinos aprueban a sus gobiernos municipales. A la vez, suspenden a sus gobiernos regionales y al gobierno central. Lo podemos ver en la última encuesta publicada por ‘El Español’. Pero también lo hemos visto de forma repetida en los análisis demoscópicos publicados a lo largo del año por el CIS y otros institutos de opinión pública. Los gobiernos locales son mejor considerados por los ciudadanos que los gobiernos regionales o que el gobierno nacional.
El hecho es que la institución política más cercana a los ciudadanos -y por tanto la más conocida y controlada por ellos- es la única que merece el aprobado por parte de sus vecinos. No así los gobiernos autonómicos. Ni el gobierno central, ni el Congreso de los Diputados, ni el Senado.
Sin embargo, los ayuntamientos son la cenicienta de la democracia española a la hora de repartir recursos económicos y competencias políticas. Y resulta que quien decide esta marginación -contraria a los deseos de la mayoría de ciudadanos- son los partidos políticos. Precisamente la institución peor valorada por los españoles año tras año.
Un mundo al revés donde nada es lo que crees. Como decía Eduardo Galeano (‘Patas arriba: la escuela del mundo al revés’): la izquierda a la derecha, el ombligo en la espalda y la cabeza en los pies. Lo malo es que un mundo al revés premia al revés: desprecia la honestidad, castiga el trabajo, recompensa la falta de escrúpulos y alimenta la corrupción | Agustín Alfaya.
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