César ha acogido en su casa a Rabee y Mahamadou, dos refugiados de Siria y Senegal.
En octubre de 2017 César, vecino de Pinto de 74 años, decidió que las habitaciones libres de su casa, en la que vivía solo, podían servir para algo más. Se presentó en el local de Refugees Welcome en la calle Lavapiés, una organización que pone en contacto a gente que tiene habitaciones libres con inmigrantes y refugiados. Un año después, César empezó a compartir piso con Rabee y Mahamadou, dos refugiados de Siria y Senegal.
César, que se describe a sí mismo como “el enemigo número uno del sistema bancario”, es un anciano revolucionario, frágil de salud, con el férreo deseo de formar la Fundación Hogar, una iniciativa personal con la que espera conseguir que todas las familias de España donen cinco euros para construir una enorme residencia de ancianos. A cambio, los mayores entregarán su casa a la fundación para que entre a vivir gente joven.
Rabee, de 27 años, escapó de Homs (Siria) huyendo de la guerra. Allí era veterinario, pero lamentablemente no ha conseguido que validen sus estudios. En casa de César se encarga de hacer la comida. Después va a la Escuela Oficial de Idiomas para estudiar español y regresa a Pinto para trabajar hasta la madrugada en la cocina de un restaurante.
Mahamadou, de 44 años, emigró desde Senegal y cruzó el Mediterráneo en patera para llegar a España. Durante varios meses durmió en las calles de Madrid, cerca de Atocha. Muy reservado, no quiso contar nada de su vida personal a El Confidencial, el periódico digital que sacó a la luz esta extraordinaria historia, a recomendación tanto de su abogado como de su psicólogo.
Un caso excepcional y humilde | César no entiende por qué a la gente le sorprende que haya acogido a dos personas refugiadas. “Tengo espacio en casa, soy yo el que sale beneficiado porque me ayudan a que mi vida sea más fácil. Otros viejos como yo deberían hacer lo mismo”, dice.
El pinteño está encantado con sus dos nuevos inquilinos a quienes invita a quedarse con él “hasta que se casen”. “Me tratan como a un rey. Mahamadou me trae la cena a la cama y me acompaña adonde tenga que ir. Rabee siempre me hace la comida”. Y continúa: “Cuando la gente me pregunta por qué acojo a refugiados y no a españoles, yo les digo que en vez de Rabee o Mahamadou podrían ser ellos. A mí me da igual. Esto es como un Erasmus. ¡O mejor!”.
La historia completa de este ejemplo de solidaridad que ha cambiado la vida a Rabeé y Mahamadoy, pero también a él mismo puede leerse en www.elconfidencial.com.
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