¡Qué bonita es la Navidad!
Sí, la Navidad es bonita porque es Amor, pero demasiados reclamos mercantilistas y presiones sociales hacen que cada vez más oigamos a más gente decir: ¡No me gustan estas fiestas!
¡Qué bonita es la Navidad!
Cuando en el mes de agosto, en plenas vacaciones, helado en mano y cabeza ausente, te bombardean por todos los pueblos y ciudades anunciando que “Se vende lotería de Navidad”. ¿Yaaaaa? Y ponemos cara de susto, nos agobiamos… pero, al final, terminamos comprándola.
¡Qué bonita es la Navidad!
Cuando a finales de octubre vas al supermercado (suelo ir a los que apuran hasta el último momento), te diriges al pasillo en donde sabes que están las infusiones adelgazantes, para comprarlas más que nada, y te encuentras que las han cambiado de sitio porque, en su lugar, han colocado los mil y un turrones, mazapanes, polvorones, pasteles de Gloria que te hacen ver que poco o nada te van a servir esas infusiones a partir de ese momento. Previo a los turrones, ya han sacado al público algún que otro rosconcillo de Reyes y ¡relleno de nata!… ¡por solo dos euros! Hacemos espavientos, decimos que no, que no, de una forma muy contundente que hasta el de la caja se lo ha creído… pero, al final, terminamos comprándolo.
¡Qué bonita es la Navidad!
Cuando a primeros de noviembre ves que las calles se llenan de cables de pared a pared y a los pocos días ya están colocadas las luces que adornarán la ciudad. Te entra la morriña y tú también quieres ponerlas en casa. Pasas por delante de las tiendas orientales, cuyos escaparates rebosan a placer de adornos navideños, y niegas con la cabeza porque piensas que aún es muy pronto para ello ¡Qué locura! ¡Cada año adelantamos las navidades!… pero, al final, terminamos comprándolos.
¡Qué bonita es la Navidad!
Cuando a finales de noviembre los WhapsApp de la familia empiezan a calentar motores. Y aparece la pregunta del millón: ¿Qué pensáis hacer en Nochebuena? En estos días es cuando la imaginación alcanza su momento más álgido. Excusas variopintas, viajes fantasmas, enfermedades imaginarias. Con lo fácil que sería decirle la verdad a tu cuñado. Pero entonces ya no reinaría el Amor… y, al final, terminamos cenamos juntos.
¡Qué bonita es la Navidad!
Cuando a primeros de diciembre vas a tu pescadería de siempre, a comprar tu pescado de siempre y te encuentras que el precio ¡¡No es el de siempre!! Abuela ¿no te da igual cenar pescadilla en Nochebuena? Pues no; la abuela quiere un besugo para esa noche. Casi saldría más barato comerlo directamente, en cualquier restaurante del puerto de Getaria, que no comprarlo en Madrid, por ejemplo… pero, al final, terminamos comprándolo.
¡Qué bonita es la Navidad!
Cuando lo que va quedando de la familia se reúne para cenar. Tristezas, añoranzas de nuestros seres queridos que ya no están… heridas sin cerrar. Un villancico que te recuerda que, en un tiempo, la alegría, la ilusión eran el plato estrella de la noche. Cada día se oye a más gente decir que «¡ojalá fuera ya el día ocho de enero!» «¡No me gustan estas fiestas!»
…Y, al final, caes en esta espiral que rodea a la Navidad y que poco tiene que ver con el verdadero espíritu navideño.
La grandeza de la NAVIDAD se escribe con cuatro letras: AMOR
Dejémosle que viva siempre dentro de nosotros. No desvirtuemos su significado, no le pongamos etiquetas ni lo reduzcamos a un solo aspecto de nuestra vida. En estas fiestas, busquemos un día, una hora, un instante para reflexionar, para mirar en nuestro interior y comprobar cuánto de AMOR nos queda dentro. La Navidad es un buen momento para llenarnos de él.
Y desde mi Navidad, os deseo feliz Amor para todos.


















Txiki | Lunes, 31 de Diciembre de 2018 a las 17:37:18 horas
Estoy completamente de acuerdo con este escrito pero la verdad es que no me he dado cuenta hasta que lo has escrito tu en estas líneas. Un besazo muy gordo!eta Urte Berri on
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