Cuesta abajo
“Prefiero tener patas arriba Pinto en noviembre de 2017 que antes de las elecciones”, reveló el Sr. Sánchez ayer en rueda de prensa. Y esta exteriorización partidista e incompatible con las promesas de flores y besos que nos traían los profetas de la nueva política sonó como un golpetazo rotundo en las conciencias de los que aún creen en los profetas. Claro que en puridad el Sr. Sánchez nunca perteneció a la nueva política. Aunque se haya reenganchado a este tren, como buen marxista incurre en constantes e irreductibles contradicciones que para él son una verdad absoluta.
También podemos interpretar que el prócer anunciaba que él es ajeno a la utilización electoralista de las obras y por eso las promueve ahora y no en 2019. Pero sea una cosa o la otra, lo cierto es que es difícil dar veracidad a lo que dice o promete el Sr. Sánchez que en apenas dos años de gobierno ha batido un record de contradicciones, promesas incumplidas y mentiras rotundas.
El mismo día del recuento electoral, Sánchez declaró que “no gobernaremos porque si renunciamos al primer punto de nuestro programa, mal empezamos” (el programa de Ganemos Pinto decía en su frontispicio que sólo gobernarían si era la lista más votada, y no lo fue). Y horas después, cuando vio que su partido estaba dispuesto a incumplir su promesa electoral, el entonces aún coherente Rafael Sánchez manifestó que si Ganemos decidía gobernar, él presentaría la dimisión “por conciencia”.
Pocos días después su conciencia ya era más laxa y no sólo no dimitió sino que defendió con ahínco el incumplimiento programático.
Entonces comenzó a surgir el nuevo Sánchez, el que comenzaba a justificar cualquier contradicción. “Sí, incumplimos el primer punto de nuestro programa, pero lo hacemos para poder cumplir los demás”, dijo tan pancho en una nueva e hipócrita versión de que el fin justifica los medios.
Efectivamente, era un mal comienzo, como todos en los que se aparca la conciencia. Tan malo que inició la rampa hacia el descrédito de los partidos que conformaron Ganemos Pinto aprovechando los entonces vientos favorables del nacimiento de Podemos.
A las dos semanas de la toma del poder, Sánchez volvió a hacer lo contrario de lo que había prometido. El Ministerio de Hacienda había redactado una ponencia que permitía bajar los valores catastrales en Pinto un 43%, algo que era una demanda ciudadana muy mayoritaria. El propio Sánchez acuñó desde la oposición la frase “brutal subida del IBI” para atacar al PP entonces en el gobierno, e incluso impulsó y participó en una manifestación contra esa “brutal” subida del IBI. ¡Ah, pero eso era en la oposición! Ahora en el gobierno decidió dejar sin efecto la bajada propuesta por el Catastro mintiendo a la ciudadanía una vez más. Y además ni siquiera ha reconocido que la realidad ha demostrado que era falso su argumento de que “el Ayuntamiento quebraría” si bajaba el IBI.
Y así Sánchez comenzó a mostrar su verdadera faz como gobernante. En sólo dos años las mentiras, incumplimientos, actitudes autoritarias, sectarismos e incongruencias se han sucedido sin solución de continuidad hasta presentarnos a este alcalde bronco y sectario, colgado de las redes sociales en las que se pelea con el mundo que él percibe como hostil.
En el colmo de las contradicciones, Sánchez, que acusa a la derecha de todos los males de Pinto, Madrid y España, no dudó en la rueda de prensa de ayer en poner de ejemplo a la presidenta regional Cristina Cifuentes para justificar que él margine a los grupos municipales del PP y de Ciudadanos en las conversaciones sobre los presupuestos municipales. “Cifuentes, por ejemplo, no negocia con el PSOE en la Comunidad de Madrid”, citó como espejo de su proceder en Pinto.
Quizás el matiz esté en el anticuado y subliminal lenguaje marxista que usa Sánchez, que concibe las irreductibles contradicciones como verdades universales según convenga en cada caso. En su primera entrevista como alcalde dijo: “Ahora sí se notará que la izquierda gobierna en Pinto”. Muchos pensaron que en esa frase -por lo demás injuriosa para el PSOE y para Izquierda Unida que gobernaron Pinto durante 33 años- se escondía una promesa de promoción de la igualdad de derechos, respeto a las minorías, defensa de los débiles, lucha contra los privilegios…, pero resulta que para Sánchez PSOE e IU no eran de izquierdas, pero Cristina Cifuentes sí es un ejemplo de acción política correcta hoy para ser todo lo contrario mañana.
Efectivamente, desde que el Sr. Sánchez es alcalde, en Pinto se nota que gobierna su "izquierda".

















Agustín Alfaya | Viernes, 29 de Septiembre de 2017 a las 15:01:58 horas
Le agradezco su comentario, Sra. Esther, y por supuesto su opinión. Mi opinión no es más que eso: una opinión. No me siento en posesión de la verdad y no pretendo hundir a nadie ni tengo rencor contra el Sr. Sánchez (ni contra cualquier otro alcalde de Pinto). Simplemente expreso una opinión sobre la gestión y las promesas del Sr. Sánchez y al igual que cuando estaba en la oposición alababa la coherencia del Sr. Sánchez, ahora me parece que esta brilla por su ausencia. Por otro lado los desmanes que haya cometido el PP -que ya no está en el gobierno de Pinto- no justifican lo que haga ahora el actual gobierno municipal. Y sobre si lo hace bien o mal habrá distintas opiniones y todas respetables, por supuesto. Un cordial y sincero saludo.
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