El 29 de marzo se cumplen 25 años de la detención de la cúpula de ETA en Bidart (Francia), un éxito policial que supuso el principio del final de la banda vasca asesina que tanto sufrimiento ha causado. Este aniversario viene a coincidir con el desarme de la banda y su previsible disolución, aunque, como dijo el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, cuando ETA anunció el cese definitivo del terrorismo el 20 de octubre de 2011 “el final de la banda no es resultado de un único hito. Es la suma de la experiencia acumulada por todos los gobiernos de la democracia”.
Lo que pocos saben es que esa detención de la cúpula etarra en Bidart en 1992 fue el fruto de una infiltración en la banda terrorista. Tres años antes las fuerzas policiales detuvieron al Comando Eibar, autor de siete asesinatos. Esta detención fue propiciada por uno de los colaboradores del comando, el dueño de la vivienda en la que se refugiaban los terroristas. Pero este ‘colaborador’ hizo algo aún más importante: tras la detención del comando, huyó a Francia como aparente colaborador de ETA, donde accedió a información sensible. De ese modo, la Guardia Civil localizó a José Luis Álvarez, Txelis, jefe del aparato político de ETA. Txelis fue seguido en Francia durante meses con el objetivo de que les guiara a la cúpula etarra, lo que sucedió el 29 de marzo de 1992.
El delator y aparente colaborador de ETA murió de cáncer en Francia, pocos años después, y fue homenajeado como miembro de la banda terrorista.
Los que no estén familiarizados con la tragedia social y moral que supuso el fanatismo y la crueldad de ETA tienen una excelente panorámica en la novela 'Patria', de Fernando Aramburu.
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