La experiencia de Lorena Morales, concejala del PSOE en el Ayuntamiento de Pinto y madre de dos hijos.
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Mi nombre es Lorena Morales y soy concejal por el PSOE en Pinto. Esta labor me satisface mucho, pero la faceta que más me gusta en mi vida es ser madre. Tengo dos hijos, niño y niña, a los que, como feminista, siempre pensé educar en igualad. Lo que nunca contemplé es que sería tan difícil, especialmente con la pequeña.
Puede parecer exagerado, pero una se siente a veces como si tirara de un lado, para que tu niña crea que lo puede todo, y la sociedad te aplastara con la imposición de un rol de género, del que me temo será difícil escapar.
Por ejemplo, cuando llegan las Navidades y nos inundan los catálogos de juguetes, las secciones de niños y niñas están claramente diferenciadas. Para ellas, las páginas están llenas de rosa y de muñecas, carritos, cocinas…que ya les están susurrando que su papel principal será el de madre y esposa, para el cual lo esperado es que sean dulces, tranquilas y conformistas. Sin embargo, para ellos, por supuesto, el mundo es azul y los juguetes son activos y hasta, a veces, violentos, destinados a programarles como machotes.
Y te encuentras que, a pesar de tus sugerencias tratando de reconducirles al camino de la igualdad, acaban poniendo en la carta a los Reyes lo que se “supone” que deben pedir.
Otro tema es el de la apariencia física. Desde bien temprana edad se anima a las niñas a que persigan la belleza, como si fuera la cualidad más deseable. Casi no saben hablar y ya están jugando a maquillarse. Y no siempre es por imitación de la mama, en mi caso particular, no uso tacones y mi peque se pirra por ellos. Sin ir más lejos, hace poco mi hija me dijo que sólo las chicas nos “pintamos”. Yo, le contesté que los chicos también podían, y ella, muy convencida, me dijo que no era verdad, porque papá y el hermano no lo hacían. Con tres años, me hizo darme de bruces con la cruda realidad.
Los cuentos y las películas de dibujos están llenos de princesas rescatadas por valerosos caballeros, como si ellas no pudieran valerse por sí mismas. Y aunque trates de seleccionarlos, es complicado escapar de Cenicientas y Bellas Durmientes, que sus amigas se saben de memoria. ¡Hasta las canciones infantiles están repletas de frases machistas! ¡Quién no se sabe “Estaba el Señor Don Gato”!
Y así, nos encontramos una larga lista de pequeños gestos machistas en el día a día encaminados a perpetuar los comportamientos tópicos. Pero no me resigno, como no lo hicieron mis padres antes, y seguiré luchando porque mi niña (y todas) crea que puede hacer todo lo que haga su hermano. Con pequeños gestos positivos en la educación de las mujeres y hombres del futuro conseguiremos entre todos/as cambiar la sociedad y hacerla más igual, y por lo tanto, mejor.

















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