Medios de comunicación, máquinas de imaginario
La democratización de los medios de comunicación privados significa crear las condiciones materiales para que se garantice la libertad de expresión. Esto permite la denuncia de la mentira y la manipulación como herramientas de acción política de los medios de comunicación. Por desgracia cuestionar esto supone, para el pensamiento neoliberal dominante, un ataque a la libertad de expresión. Quienes compran este discurso son los mismos que han llevado a la Audiencia Nacional a activistas y artistas por ejercer su derecho a la libertad de expresión. La información veraz es un derecho humano que hemos privatizado en manos de grandes empresas y bancos. No hay democracia si no existe la posibilidad de expresarse en los medios. Difícil garantizarse ya que una gran empresa no entiende de derechos, sino de consumidores y clientes.
Los medios locales suelen ejercer de altavoz de plataformas, asociaciones y fuerzas políticas. Bien es cierto que todo medio de comunicación tiene un papel importante dependiendo si es hegemónico. Esa posición dominante y privilegiada les permite ser grandes generadores de imaginario colectivo. Generar opinión y argumentario es una actividad intelectual y, por lo tanto, ideológica. Gracias a esto se puede ejercer un papel de contrapoder del gobierno de turno. Desde el siglo XX, los medios de comunicación son los actores políticos más importantes y eficaces, más que un partido político.
Las fuerzas políticas tienen la oportunidad de apostar por medios locales y llegar, al máximo, a un público sediento de un discurso con el cuál identificarse. Es lucha de clases, y dentro de ésta hay una batalla cultural y por tanto ideológica, y cuantas más trincheras en las cuáles se pueda difundir un mensaje, será mejor.
Menospreciar a un medio de comunicación por llevar una línea editorial contraria si te ofrece la oportunidad de difundir tu discurso en sus páginas es un terrible error táctico. Los que renuncian a ello no son por cuestiones de "pureza", sino una suerte de romanticismo absolutamente idealista. Analizar las condiciones objetivas es irrenunciable para los que pretenden transformar la realidad, o como se dice ahora, para los que hacen “nueva política”. Si no se dispone de una fuente de difusión más eficaz que el medio de comunicación hegemónico, es difícil que el discurso llegue. Supone una derrota en la batalla cultural, porque al no hacer política a través de estas herramientas, otros sí la harán por ti y contra ti.
pip0 | Sábado, 12 de Noviembre de 2016 a las 15:37:27 horas
Todos estos, se oponen a las líneas de Editorial que les perjudican, porque son egocéntricos y soberbios, pero justifican a todos los que atentan contra la auténtica libertad de expresión, cuando se ven vilipendiados por su demagogia y puerilidad.
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