Los tibios aplausos del ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández Díaz, tras el discurso alucinado y cargado de odio contra España pronunciado por el nuevo presidente de Cataluña en su toma de posesión, son un mal ejemplo de doblez o, más exactamente, de estupidez.
Aunque la crónica oficialista dice que Fernández no aplaudió el discurso de Puigdemont, la realidad es la contraria como se puede ver en la imagen de este comentario y en este vídeo (ver minuto 0,54 a 0,60). Fernández, inexplicablemente, aplaudió una agresión grosera y cargada de falsedades contra España, mientras que la delegada del Gobierno en Cataluña, Llanos de Luna, sí supo mantener la compostura y no aplaudió los disparates llenos de odio y rencor de Puigdemont.
El ministro, que representaba al Gobierno de España, no supo estar a la altura del cargo por cobardía o más bien, como hemos dicho más arriba, por estupidez.
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