Los conjuntos Capella Prolatorionum y La Danserye han dado un magistral concierto de música del Renacimiento en la iglesia de las Capuchinas de Pinto. Ambos conjuntos interpretaron en primicia mundial un Magníficat (cántico a la Virgen) del compositor español Gutierre Fernández Hidalgo.
El 9 de septiembre tuvo lugar un concierto muy especial en la Iglesia del Monasterio de las Reverendas Madres Capuchinas de Pinto. En el concierto se pudieron escuchar músicas que sirvieron a los oficios divinos allá por finales del siglo XVI, pero que se mantuvieron activas hasta casi el siglo XIX. Estas composiciones, aunque ahora desprovistas de su función original, todavía mantienen la capacidad de abstracción temporal y están cargadas de un gran contenido emocional, como pudieron comprobar las personas que asistieron en vivo. Los conjuntos encargados de dar vida a estas partituras antiguas fueron Capella Prolationum, un grupo vocal especializado en la música antigua con criterios históricos, y el grupo de ministriles (instrumentos de viento) La Danserye, especialistas también en música e instrumentos del Renacimiento.
El eje principal del evento musical lo constituyó la Missa Escoutez, de Francisco Guerrero, quien fue maestro de capilla de la Catedral de Sevilla durante casi toda la segunda mitad del Siglo XVI, y que la publicó junto a otras misas en Roma en 1582. Después de los números del ordinario de la misa, ambos conjuntos interpretaron en primicia mundial un Magníficat (cántico a la Virgen) del compositor español Gutierre Fernández Hidalgo, que sirvió en Talavera de la Reina pero que marchó a las Américas, desarrollando su función de maestro de capilla en Bogotá, Quito, Cuzco y Lima. Intercalados entre la misa y el magníficat no podían faltar los motetes del maestro español más representativo en la actualidad a nivel mundial: Tomás Luis de Victoria.
En definitiva, ambos grupos deleitaron al público asistente, que pudo ver como sólo los cuatro músicos de La Danserye manejaban 21 instrumentos diferentes, entre flautas, cornetas, sacabuches, chirimías, bajones y orlos. Además, todo el concierto se realizó a partir de facsímiles de las ediciones originales de la música, puesta sobre un facistol (atril grande) de la misma manera que se interpretó hace más de 400 años, cobrando así una dimensión histórica que solamente estos grupos pueden hacer en la actualidad de todos los que se dedican a la música antigua. No podemos olvidar los agradecimientos tanto a las Madres Capuchinas, como a las Iglesias de San José y San Francisco Javier, sin las cuales no habría sido posible celebrar este concierto.
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