Ausencia

Lo han vuelto a hacer. Han desaparecido. Pasadas unas semanas en la que nos brindaron su presencia, han vuelto a ausentarse. ¿Se habrán enfadado? Puede ser, aunque si vemos lo ocurrido en los últimos cuatro años, parece más una forma de entender su relación con nosotros que la expresión de un sentimiento o de un momento.

Antes, de vez en cuando, veíamos sus fotos -su foto- en Internet o en las redes e incluso participaban de alguna fiesta o evento. Hoy, es más complicado. Puede ser que lo quieran así, que quieran permanecer discretos o mantener una distancia. Aunque corren el riesgo de que, como dice la canción, la distancia sea el olvido.

Nos enteramos que un día cogieron -cogió- sus cosas y se fueron -se fue-. No a navegar, en aquel velero llamado libertad de Perales. No dijeron, ni adiós, ni si pensaban que sería para mucho o poco tiempo. 

Aunque han pasado sólo unas pocas semanas desde que tuvieron -y tuvo- que abandonar su sitio, ha habido, y sigue habiendo, suficientes oportunidades como para haber tenido noticias suyas. Ni siquiera hubo unas palabras que sirvieran para que entendiéramos por qué las cosas llegaron a ser como fueron. Quizá creyeron -creyó- que no hacía falta. Como durante mucho tiempo creyeron que no hacía falta contarnos por qué las cosas se hacían así o por qué creían que lo que hacían era por nuestro bien. Entonces, creo, se equivocaron. De la misma manera que se equivocan ahora.

Hoy, como ayer, nos resulta difícil escuchar su voz, como también lo es, y lo era, que escuchen la nuestra. Por más que miramos, no están. Han desaparecido. Y corren el riesgo de que acabemos olvidando que existen, que una vez existieron y estuvieron entre nosotros.