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Ciempozuelos

Un 'Taller de deberes' contra la exclusión social

Laura López Ver comentarios 1 Miércoles, 27 de Mayo de 2015 Tiempo de lectura:

Siete vecinas de Ciempozuelos desarrollan este programa de refuerzo escolar para 22 niños del municipio

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De lunes a jueves, en una sala de la primera planta de La Casa del Pueblo, un grupo de voluntarias imparte clases de refuerzo para 22 niños del municipio. Encarna, Caridad, Lore, Rosa, María José, Pilar y Soraya son  vecinas de Ciempozuelos que dedican semanalmente parte de su tiempo al 'Taller de deberes', un programa de apoyo escolar donde se ayuda a los alumnos con las tareas del colegio durante cuatro días a la semana de forma voluntaria y sin retribución económica. Las organizadoras señalan expresamente que la iniciativa carece de color político a pesar de desarrollarse en la sede del PSOE.


La idea de crear un taller de apoyo escolar surgió a través de María José Aparicio y Rosa Revuelta. A finales del año pasado entran en conversaciones con los directores de los colegios, quienes les facilitan una lista con aquella parte del alumnado que se encuentra en riesgo de pobreza y exclusión social. Los centros educativos aceptaron la propuesta y en unos días el número de inscritos llegó a multiplicarse tanto que incluso se tuvo que habilitar una lista de espera. Del mismo modo, se fueron uniendo voluntarias hasta llegar a las siete que se encargan del taller ahora. La mayoría de estas mujeres ejercen su labor como amas de casa, aunque tienen estudios relacionados con la Educación. Por ejemplo, María José Aparicio es diplomada en magisterio, en la especialidad de Ciencias Humanas y Educación Infantil.


[Img #11464]Una puerta corredera separa la sala de los más pequeños, quienes cursan primero y segundo de primaria, de la de los mayores: los de tercero, cuarto, quinto y, ocasionalmente, sexto de educación primaria. El espacio con el que cuentan no es muy grande y sólo pueden ayudar a 22 niños. En palabras de una de las coordinadoras: “nos gustaría ayudar a más niños pero no podemos. Los días que vienen todos no damos abasto, necesitamos más voluntarios”. Todo el material -sillas, libros de lectura, lápices, estanterías, bolígrafos...- lo han aportado ellas.
Los niños que acuden al taller de deberes no sólo realizan allí su tarea, también toman la merienda, y es que para algunos de ellos “su última comida es la del mediodía”. Los alimentos son donaciones de los ciudadanos del municipio que las voluntarias agradecen: “lo que nos daba más miedo era la comida, el no poder ofrecerles nada cuando llegasen”, reconocen, aunque añaden que “la gente es muy solidaria, nos donan un montón de alimentos”. También aportan su parte algunos comercios del municipio y el ayuntamiento, de hecho, relata cómo “el otro día, por ejemplo, nos trajeron una compra enorme, uno de los panaderos nos da mucho pan y los Servicios Sociales  nos donaron los juguetes que habían sobrado en la cabalgata de reyes, entre otras cosas”.


A primera hora de la tarde, de 16.30 a 17.30,  los niños realizan los ejercicios.  Después, hasta las 18.00,  meriendan. Las coordinadoras también realizan otro tipo de actividades para mantener a los niños motivados. “Los juegos sirven para trabajar el vocabulario, despertar su interés y motivarles. Es duro ir al colegio por la mañana y tener que venir aquí por la tarde, por eso intentamos hacérselo ameno y ellos están contentos. Hay que ponerle alegría” explica una voluntaria.

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El taller comenzó en enero y desde entonces las voluntarias observan cierta evolución académica en los niños. En alguna ocasión han comentado la situación con los profesores de los colegios, quienes van confirmando la mejoría, especialmente en los más pequeños, aunque el camino no está extento de ciertas dificultades, porque  “los niños tienen la dificultad de que cada uno va a un colegio, están dando en clase diferentes temas y el hablar un idioma distinto puede ser una pequeña complicación” explica una voluntaria del grupo de los mayores. Añade que, al ser un grupo más reducido que en un centro escolar, los niños reciben un trato más cercano y responden positivamente.


Lo que motiva a siete mujeres a prestar este tipo de voluntariado es  el contacto con los niños. “Lo mejor de ayudar a los niños es la satisfacción al salir de aquí, el cariño de los niños, la ilusión que tienen, verlos mejorar...”, relatan, manteniendo que “ver que mejoran su actitud frente a los estudios, los logros, que el programa es útil y sirve”. Según cuentan, su participación en este proyecto les reporta beneficios personales “Sobre todo lo agradecidos que son ellos, desde el punto de vista emocional es muy gratificante”.

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