El desmantelamiento de un pueblo
Asistimos atónitos a toda una cruzada contra los servicios públicos sin precedentes.
Un verdadero e injusto desmantelamiento
de un sistema que ha permitido el desarrollo de un municipio hasta el nivel en
el que se garantizaba una calidad de vida envidiable y asumible para todos los
ciudadanos, como ha sido a los de San Martín. Un pueblo al que la llegada de la
democracia le permitió no sólo oxigenar unas instituciones cerradas al
ciudadano sino también evolucionar como entidad, de forma colectiva e
individual. Porque la evolución de un pueblo marca la evolución y el bienestar
de cada familia residente en él. Por mi edad no lo he conocido personalmente,
pero aún a finales de los 70, muchas de las calles de San Martín de la Vega
eran de tierra, no había llegado el alcantarillado o no había luz. Como tampoco
había ambulatorio o carreteras y transportes aptos para poder desplazarnos.
Con tres años de edad, llegué a San Martín de la Vega como muchas otras familias, huyendo de la ciudad y buscando calidad de vida. Elegimos muy bien, porque nos encontramos un pueblo próspero, tranquilo y con perspectiva de crecimiento y de futuro. Ya había un ambulatorio, ya había biblioteca, ya había colegios, el centro cívico y la residencia municipal se estaban construyendo... todo un lujo para un pueblo de poco más de 7.000 habitantes. Las fiestas eran modestas, pero había de todo y lo importante era pasarlo bien con nuestros amigos y vecinos. Los que no nacimos pero sí crecimos en este pueblo, enseguida nos sentimos parte de él, parte de un pueblo que ha visto como en casi tres décadas ha vivido un vuelco impresionante: de no tener casi nada, a tenerlo casi todo. E incluso de tener más de lo que nadie se hubiera imaginado.
Llegaría la piscina de verano, el polideportivo donde muchos chavales acudíamos a hacer deporte después de clase, los juzgados, grandes parques, el auditorio, la escuela de música, el centro de salud... Como también llegaría una línea de tren, una carretera, el Parque Warner o el Pasillo Verde que permitió unir el pueblo, hasta entonces dividido en dos por el Canal del río Jarama. En definitiva, hemos visto evolucionar nuestro pueblo hasta el día de hoy. Ya no sólo como concejal, sino como vecino y ciudadano me indigna y me entristece comprobar cómo todo lo conseguido durante la democracia, con sus aciertos y sus errores, se está perdiendo y lo peor, lo están dejando perder. Una doctrina implacable contra todo lo que se apellide público está convirtiendo San Martín de la Vega en un erial, en un lugar poco atractivo para venir a vivir. Todo lo que se ha logrado en casi treinta años, lo estamos perdiendo en tan sólo cinco, y encima los responsables de todo esto tienen la cara y la desvergüenza de negarlo y de echar la culpa a cualquiera, aunque sea manifiestamente mentira.
Es bochornoso comprobar que pese a que cada
vez pagamos más y más impuestos, nos están quitando todo y los culpables miran
hacia otro lado. Comprobar también, cómo los que prometieron acabar con el paro
tan sólo se dedican a despedir trabajadores y a cerrar servicios públicos:
línea de tren, oficina judicial, recortes en la seguridad o en la cultura,... y
ahora la residencia. Los recortes y las políticas retrógradas no entienden de
situaciones ni edades, y da la sensación de que todo aquello por lo que
nuestros padres y abuelos han estado luchando durante años se ha quedado en
nada, lo que es intolerable. San Martín no puede seguir hundido en el
desgobierno, en la incompetencia y en la cobardía de aquellos que huyen de los
problemas y que son responsables de todo esto.
Se hace necesaria una alternativa que luche por nuestro pueblo y defienda los intereses de los ciudadanos. Se hace necesaria una respuesta, democrática y cívica de los ciudadanos contra el expolio y el desmantelamiento de San Martín de la Vega. Tenemos que defender lo que es de todos y lo que es de nuestro pueblo.
Paco | Viernes, 12 de Abril de 2013 a las 18:47:43 horas
Hombre Javier, por desgracia hay más gente que piensa y que ve lo que era y lo que es este pueblo, como era y como está. Yo tambien lo pienso y no me ha inspirado ninguna carta ni creo que una sea más original que otra. Suele ser habitual que haya gente que piense lo mismo...
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