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Raúl Martos Martínez

Pinto y su historia: Rosario de Acuña

Lunes, 19 de Noviembre de 2012 Tiempo de lectura:

Nacida en Madrid en 1850 fue hija de Felipe de Acuña y Solís, descendiente del famoso obispo comunero Antonio de Acuña, y de Dolores Villanueva y Elices. Una conjuntivitis escrofulosa impidió que su educación estuviera reglada por los parámetros normales.

 

Tras aprender a leer y escribir fue su padre quien se ocupó de inculcarle el hábito de la lectura. Su especial situación permitió que viajara en numerosas ocasiones a Jaén para visitar a sus abuelos paternos, donde desarrolló el amor por la naturaleza que después plasmaría en sus obras.

 

Experiencia en el extranjero

 

Años más tarde, dada la inestabilidad política que reinaba en el país, se trasladó una temporada a Francia. En su residencia de Bayona escribió en 1873 sus dos primeras obras “A una golondrina” y “Un ramo de violetas”.

 [Img #4940]          

Tras volver a España en 1874 se marchó a Italia aprovechando que su tío Antonio de Benavides había sido nombrado embajador ante la Santa Sede. Su nueva residencia le permitió conocer a los personajes italianos más destacados e incluso acudió a una audiencia con el Papa Pio XI. Fue precisamente este encuentro el que le distanció de la Iglesia Católica.

 

Triunfo personal y profesional

 

Sus vivencias en Roma le inspiraron para escribir su primer gran éxito, la controvertida obra de teatro “Rienzi el Tribuno”, inspirada en la novela de Bulwer-Lytton. El 2 de febrero de 1876 el Teatro Circo de Madrid se llenó para el estreno de esta representación de tal éxito que Rosalía tuvo que aparecer en el segundo acto para recibir la aclamación del público, que no dejaría de aplaudir hasta el final de la obra.

           

Hacía 20 años que una mujer no estrenaba una obra en un teatro de categoría, y esta se mantuvo hasta 16 semanas en cartel, cada día colgando el cartel de no hay billetes, haciendo famosa a la escritora.

           

Dos meses después de este éxito, Rosario de Acuña se casó con el  teniente Rafael de Laiglesia y Auset, combatiente en la tercera guerra carlista. Tras la boda, ambos se trasladaron a Zaragoza donde ella siguió escribiendo.

 

[Img #4941]Vida en Pinto

 

En 1880 su marido tuvo permiso para trasladarse a Madrid, con lo que un año después se establecieron en el municipio de Pinto. La pareja, en crisis, decide probar con la vida rural, conectados con la capital gracias a la estación de ferrocarril Madrid-Aranjuez, en Villa Nueva, su nuevo hogar.

           

Sin embargo, en 1883 se produjo el fallecimiento de su padre de manera prematura. Este hecho termina por separar a la pareja, que comenzaron a vivir por separado.

           

Un año después, Rosario comenzó a recuperar el ánimo forjando lazos con varias revistas de libre pensamiento, publicando artículos en Los Dominicales. Su popularidad la convirtió en la primera mujer oradora del Ateneo de Madrid en 1884.

           

Su vida en Pinto no pasaba desapercibida. En 1885 se produjo una epidemia en varias partes de España, y Rosalía de Castro se puso al frente de un grupo entre los que se encontraban el alcalde o familias importantes como los Rubín de Celis para recaudar dinero para los afectados.

 

Contacto con la masonería

 

En aquella época se tendía a confundir el libre pensamiento con la masonería, por lo que muchas logias intentaron contar con ella. En 1886 se interesó por la de Constante Alona de Alicante, con la que solo mantendría contacto por correspondencia.

           

Aunque la masonería era legal, estaba mal vista, por lo que Rosario comenzó a tener problemas. Ella misma tuvo que producir su siguiente obra, “El Padre Juan” en 1981, que a pesar de su éxito sería prohibida al día siguiente. Su descontento y mala reputación acabaron por decidirla a abandonar Madrid y recorrer Europa.

           

A su vuelta a España, decidió instalarse en la localidad cántabra de Cueto donde construyó una granja. Sus experiencias, rompiendo con la avicultura tradicional, se conservan hoy en día en aspectos como la selección de huevos y gallinas.

 

Exilio y muerte

 

Tras años tranquilos, donde también fue pionera en escalada subiendo los Picos de Europa, se trasladó en 1911 a su nueva casa gijonense de La Providencia. Sin embargo tras la publicación ese mismo año de su artículo “La jarca de la universidad”, en defensa de unas jóvenes agredidas verbalmente en Barcelona, comienza una campaña de desprestigio, organizando incluso una huelga estudiantil.

           

Rosario decidió exiliarse en Portugal hasta su indulto en 1913, cuando regresa a su casa de Gijón. Allí pasó sus días, trabajando y escribiendo sobre el campo, hasta su muerte por una embolia cerebral el 5 de mayo de 1923.

 

Calle en Pinto

 

El pueblo de Pinto, una vez recuperada la democracia, quiso reconocer la residencia en nuestro pueblo de esta ilustre personalidad. Por ello se le dedicó una calle en la nueva urbanización anexa al barrio de Buenos Aires.

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