El político light
Hace ya unos años que Enrique Rojas publicó “El hombre ‘light’”. A lo largo de sus páginas describía la alarmante pérdida de valores del hombre actual, parafraseando: “El hombre light es esa persona que carece de esencia, que es consumista, relativista y sin referentes ni puntos sólidos de apoyo, rebajado, convertido en un ser que se mueve pero no sabe adónde va. Es un hombre veleta, vacío, que vive en la era de lo caduco y, pese a todo, aspira a despertar admiración.”
Desgraciadamente, en Pinto presenciamos el espectáculo de una nueva y equivalente especie de gobierno: el político light, cuya política es servida desde una revista municipal que debería representar a todos.
Se trata de gente que no cree en lo que dice, sus ideales no parecen llegar más allá del sueldo que cobran a fin de mes. Tras años de “gobierno” se muestran cansados y desmo-tivados, su gestión hace tiempo que perdió consistencia y se asemeja más a los palos de un ciego que busca rumbo a la desesperada. Su incapacidad e impotencia les lleva a perseguir a todo el que ose desafiar su posición, sin dudar en calumniar e incluso expulsar de actos públicos al ciudadano que por sus actos u opiniones demuestre no pertenecer a su camada. En otras palabras, no saben distinguir entre contrincante, algo necesario y saludable en toda democracia, y enemigo. ¿Qué idea tienen de la libertad?
En el caso de Tendero, nuestro alcalde, no podemos decir que haya sido veleta. Más bien ha sido la cometa de un hombre que un día dijo que se iba y que, por el contrario, no ha cesado de manejar los hilos del poder. Como actor ocasional que sustituye de improviso al protagonista, sus actos siempre han consumado los susurros que le dirigía el apuntador de la obra escénica. Lo trágico es que si Tendero, como el hombre light, buscaba despertar admiración o reconocimiento, sólo ha logrado infundir un sentimiento: lástima.
En esta sociedad, en que parece que se compra y vende todo, reivindiquemos que hay algo con lo que nunca se debe comerciar: la democracia en libertad, sin exclusiones ni hipotecas.
Desgraciadamente, en Pinto presenciamos el espectáculo de una nueva y equivalente especie de gobierno: el político light, cuya política es servida desde una revista municipal que debería representar a todos.
Se trata de gente que no cree en lo que dice, sus ideales no parecen llegar más allá del sueldo que cobran a fin de mes. Tras años de “gobierno” se muestran cansados y desmo-tivados, su gestión hace tiempo que perdió consistencia y se asemeja más a los palos de un ciego que busca rumbo a la desesperada. Su incapacidad e impotencia les lleva a perseguir a todo el que ose desafiar su posición, sin dudar en calumniar e incluso expulsar de actos públicos al ciudadano que por sus actos u opiniones demuestre no pertenecer a su camada. En otras palabras, no saben distinguir entre contrincante, algo necesario y saludable en toda democracia, y enemigo. ¿Qué idea tienen de la libertad?
En el caso de Tendero, nuestro alcalde, no podemos decir que haya sido veleta. Más bien ha sido la cometa de un hombre que un día dijo que se iba y que, por el contrario, no ha cesado de manejar los hilos del poder. Como actor ocasional que sustituye de improviso al protagonista, sus actos siempre han consumado los susurros que le dirigía el apuntador de la obra escénica. Lo trágico es que si Tendero, como el hombre light, buscaba despertar admiración o reconocimiento, sólo ha logrado infundir un sentimiento: lástima.
En esta sociedad, en que parece que se compra y vende todo, reivindiquemos que hay algo con lo que nunca se debe comerciar: la democracia en libertad, sin exclusiones ni hipotecas.
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