Abogado, ¡abogado!
Legislar por decreto con la excusa de la urgencia y de la extrema necesidad es muy peligroso.
Democráticamente, porque
convierte al gobierno en un ente omnipotente capaz de actuar con impunidad y hacer
de lo excepcional una herramienta de poder. Implica abusar de la mayoría
obtenida en las urnas y propiciar alianzas extremadamente interesadas. Es un
error muy grave, pues obliga a elegir y a decidir las materias sobre las que
“es necesario” aplicar cada decreto ley, de tal forma que, si no se tiene mucho
cuidado, se puede incurrir en agravios comparativos, parcialidades, abusos e
injusticias flagrantes.
Así, por ejemplo, modificar la ley laboral,
imponer recortes en sanidad, educación y administración pública, reducir
subsidios, etc., mientras que no se toca con idéntico procedimiento las
indemnizaciones millonarias, los privilegios políticos, exenciones y prebendas;
mientras no se legisla con idéntico rigor la riqueza y el fraude, no tiene
mucho sentido y la sensación de persecución es cada día más notable.
Así, por ejemplo, cómo se puede aplastar al
empleado público con sustracción salarial, ampliación de jornada, pérdida de
derechos adquiridos, como el de la antigüedad o los ‘moscosos’, sin hacer lo
mismo, con igual rigor, con la libre designación de cargos de confianza, la
libre designación de liberados políticos, la libre disposición de partidas
presupuestarias opacas y prescindibles…
La clase política, ya no es que se aleje de la
realidad y de la ciudadanía y de unos votantes convertidos en votontos, no es
ya una cuestión de distancia. La clase política anula la realidad conocida e
impone otra, la propia, con otra ciudadanía virtual, y otros votontos declarados,
sin capacidad de actuar, protestar, pensar.
Si algún abogado lee esto pido, por favor, que me ayude. ¿Se puede denunciar a la clase política por resultar secta, por fraude, por abuso de autoridad, por malversación de fondos, por tráfico de influencias, por incumplimiento de contrato, por incapacidad manifiesta, por estafa, robo, timo, chantaje, apología de la desilusión?
Se debería.
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