Denuncian el aumento descontrolado de casos de coronavirus en la cárcel de Valdemoro

Las secciones sindicales de ACAIP-UGT, APFP, CCOO y CSIF han denunciado la situación epidemiológica de la cárcel de Valdemoro, que en estos momentos cuenta con una veintena de contagios de coronavirus. Todos ellos se encuentran en el módulo 9, el conocido irónicamente dentro de la prisión como ‘hotel covid’, donde se había detectado un único caso en octubre.

 Allí permanecen confinados 83 reclusos, de los que seis se encuentran en la enfermería con síntomas leves. “Las previsiones de la dirección se han desbordado y el módulo destinado para los enfermos de COVID-19 está lleno, sin que se haya comunicado a los trabajadores un plan B que permita seguir separando a los enfermos de los sanos”, afirman los sindicatos.

En la segunda ola, la cárcel ha detectado 36 positivos entre los interinos y 14 entre los empleados. Las secciones sindicales pidieron el 20 de octubre el cierre preventivo de las actividades que realizan los presos de los distintos módulos como la escuela o el voluntariado, así como la suspensión de los traslados entre centros.

“Sin embargo, el director no lo consideró oportuno y han continuado todas las actividades con absoluta normalidad. Tres semanas más tarde el número de contagiados se ha multiplicado y diariamente siguen apareciendo más casos”, echan en cara los sindicatos en su escrito.

“Caemos uno detrás de otro”

Juan Antonio Rodríguez, que tiene diabetes tipo 1 y es insulinodependiente, es uno de sus internos que ha dado positivo y que se encuentra aislado en el módulo 9 de la cárcel de Valdemoro. En una carta dirigida a NIUS relata el miedo que hay en la prisión: “La propagación ha sido brutal. Cada día confirman casos nuevos […]. Aquí caemos uno detrás de otro”.

El recluso asegura que desde la dirección del centro no se está tomando ninguna medida para evitar los contagios. “Nos dan una mascarilla al mes y la tenemos que reutilizar. Aquí dentro es imposible mantener las distancias de seguridad. El contacto es inevitable. Compartimos comedor, pasillos, duchas y zonas comunes. En el patio salen a fumar 30 personas a la vez”, cuenta.

Desde agosto, en cambio, están suspendidos tanto los encuentros vis a vis como las comunicaciones en los locutorios y permisos de salida. “Estamos sufriendo un doble encierro y echamos en falta a nuestras familias, que es lo único que nos motiva para sobrellevar el estar privados de libertad”, se queja Rodríguez.